O no te quedes. No te puedo obligar a hacer algo que no quieres y si no te quieres quedar, no lo harás por más que yo te llore y te dé motivos para hacerlo.
Si no quieres vivir, no vas a vivir, así de simple.
Mi amiga P. se suicidó hace un mes, poco más. Y yo no le dije a nadie. Cuando me enteré, el primer impulso que tuve fue abrir su conversación y escribirle mensajes. Así lo hice. Le escribí que no me dejara, que se quedara conmigo, que la amaba.
No recibí respuesta.
Me quedé en silencio con mis pensamientos, que de colores oscuros y tonos macabros me bombardeaban de cosas estúpidas, irracionales y aterradoras: "Se murió, de veras se quitó la vida.
Era tu amiga, la que te apoyaba y se mató. Se mató y tú sabes por qué. Tú entiendes por qué lo hizo"
Me quedé callada y me tragué todo con un trago de whisky. Me encerré en un lugar muy oscuro de mí misma, donde me permitía calmar mi dolor y mi sorpresa a través de generar emociones y culpando a los demás.
Me enojaba con todos en mi trabajo y les gruñía a mis papás. Discutía con mi bb, discutía con mis amigas. Estaba de mal humor siempre, regresé a tomar alcohol y pastillas otra vez. Por momentos me detenía en mitad de la calle y un vacío, casi físico, dentro de mi pecho crecía y me quitaba el aire. Sentía que me mareaba un montón y tenía que detenerme a respirar.
"Estoy bien" me decía a mí misma, "Todo va a estar bien, todo está en su lugar. Mis papás están en su casa, mi hermana está en su escuela, mi bb está en su lugar, mis amigas están en su lugar, mis compañeros están en su trabajo, mis alumnitos están en su escuelita, todo está bien, mis libros están en su lugar, mi comida está en el refri y mis calcetines limpios están disparejos pero en su lugar".
Pero yo no estaba en mi lugar.
Una mezcla de sentimientos se aglomeraban dentro de mi interior: Estaba enojada y estaba triste, estaba llena de hastío y de vacío al mismo tiempo. Quería llorar, tenía que llorar, pero ya había olvidado cómo era.
No le dije a nadie. Seguí como si nada hubiera pasado. Me levantaba a las nueve de la mañana, lavaba los platos a las diez, desayunaba a las diez y media, me ponía a leer a medio día, iba a mi trabajo a las quince para las dos, comía en el receso a las cuatro y media, regresaba a casa a las siete, me bañaba a las ocho y me ponía a trabajar en la computadora cosas administrativas o proyectos personales hasta media noche.
Platicaba con Fany, saludaba a mi compañera de trabajo y a mis alumnitos, regresaba a casa de mis papás cada fin de semana y abrazaba a mis amigos los sábados en la noche entre funciones del cine, restaurantes y otras actividades que nos gusta compartir.
Pero el vacío crecía. Se alzaban dentro de mí grandes oleadas de desesperación que no sabía cómo controlar pero me quitaban el aire, el apetito, las ganas. Tenía sueño todo el día, no podía dormir, quería quedarme en mi cama para siempre y no estar consciente de nada.
Escuchaba música y me sentía incómoda. Buscaba en los demás lo que no encontraba en mí misma. Estaba esperando que alguien dijera algo que me hiciera sentir mejor: Estaba esperando que mi bb me dijera que todo estaba bien. Estaba esperando que mis amigas más cercanas me dijeran que todo iba a estar bien. Estaba esperando que mis papás me dijeran que todo estaría bien.
Nadie lo dijo.
Y aunque lo hubieran hecho, yo no les habría creído.
La desesperación, la sorpresa y la confusión siguieron ahí. El dolor no se iba, me acompañaba como una pequeña herida de papel en uno de tus dedos favoritos. La sentía, estaba ahí y me dolía muchísimo pero era también tan pequeña e imperceptible que no podía curarla porque no hay curitas tan pequeñas.
Luego, todo se fue a la chingada (más).
La que era mi mejor amiga me mandó alv. Mi bb me pidió tiempo. Tuve un colapso de estrés por mi trabajo.
Me sentía abandonada y sola. Me sentía muy triste, me sentía muy herida y ofendida. Estaba muy mal y seguía sin poder llorar. No sabía cómo lidiar con todas esas situaciones y seguía sin poder hacer nada por ayudarme a mí misma.
Me quedé sin voluntad de hacer absolutamente nada. Me senté en la banqueta, un martes en la noche y me quedé viendo a la nada. No hay carros que pasen por mi calle -no hay muchos automóviles donde actualmente resido, tbh-, y tampoco había calma. No había calma allá afuera porque no había calma dentro de mí.
La música ahora me daba náuseas y no podía poner atención a nada más allá de cinco minutos porque me dolía la cabeza. Llegaba de mal humor a mi trabajo con los niñitos y sólo estaba esperando la oportunidad para encabronarme con alguien.
Entonces, todo pasó.
El jueves pasado me desperté con una sensación agotadora y pesada sobre mi cuerpo. Me dolían las articulaciones, me dolía la garganta y la cabeza. No quería moverme y dije en voz muy baja, casi como un murmullo "Entiendo por qué P. se suicidó".
Ese pensamiento encendió alarmas rojas dentro de mi cabeza y fue como un impulso extraño el haberme levantado de la cama de un salto. Mi corazón latía frenético dentro de mi pecho. "Entiendo por qué se suicidó".
O sea, lo entiendo. Entiendo.
Conocía más o menos las circunstancias de mi amiga, pues éramos muy cercanas, así que no podía creer que algo de ello habría tenido que ver.
Sin embargo, no conocía mucho de su cabeza porque conmigo era una criatura mágica y paciente que siempre me mostraba apoyo y me decía que no me rindiera, que ella me amaba y que todo iba a estar bien.
Pensé que ella creía lo que me decía y pues, quizás sí, quizás no lo suficiente y de todas maneras se suicidó.
Entiendo por qué lo hizo.
La vida es culera y es difícil y es horrible y estamos muy cansadas.
Pero ese pensamiento, esa sensación tan fría y tan calmada, tan pasiva y tan natural que me corrió por todo el cuerpo cuando dije "Entiendo por qué P. se suicidó", como si estuviese suspirando de alivio, me aterró un montón.
Quise quitarme las ideas de la cabeza e hice lo que tenía que hacer esa mañana pero no podía comer ni concentrarme. Tenía que decirle a alguien. Y así fue.
Le escribí primero a Monse, una buena amiga, y luego a Fany. Les pregunté que si podía contarles algo y ellas accedieron. Les dije que mi amiga cercana se había suicidado y ambas se quedaron en silencio un momento.
Cuando iba en el camión camino a mi casa, sentí el impulso de llorar en mi garganta. Si no lloraba, me iba a morir ahí mismo de un infarto o algo. Pero no podía ponerme a llorar ahí. No en frente de tantos extraños. Me contuve. Los lentes oscuros me salvaron.
Pensé en que quizás llegando a mi salón podría tomarme unos minutos para desahogarme pero no pude porque apenas divisé mi salón, vi que estaba el equipo interdisciplinario ahí afuera, esperándonos a las maestras USAER. Luego llegó mi directora. AHORA SÍ QUE NO PODRÍA HACER NI MIERDA POR MÍ MISMA.
No podía escapar ni al baño.
Me tomé una tylenol, me dejé los lentes oscuros y me amarré el cabello. Sería un día largo. A mitad de la jornada sentí mucha desesperación e intenté llamarle por teléfono a mi bb pero no contestó. Recordé entonces que me había pedido tiempo y que yo no estaba respetándolo si lo necesitaba en ese momento. Tengo que darle su espacio. Todos necesitamos espacio. Yo también necesito el mío, pero ahora no sé dónde está.
Fue una noche larga también.
Le llamé por teléfono a mi amiga Diana y estuvimos platicando un rato. Le conté de las situaciones: Le conté que Karli me había mandado alv, que Diego me había pedido tiempo, y que estaba muy inconforme y me dolía mucho respetar esas voluntades bien alejadas a mis deseos. Le dije que mi amiga se había suicidado y que la peor parte es que la entendía.
Me metí a bañar.
Me tomé un fourloko y cuando le estaba pidiendo contactos de psicológos a mi prima, ella dijo algo que reventó mi globo de aparente fuerza y me rompí a llorar.
No a sollozos, con la almohada sobre la cara. No. Era llanto, llanto de ese que duele con cada respiro que tomas. Me tapé la cara con las manos y me recargué sobre mis piernas. Lloré y lloré y quise calmarme porque ahí estaba Fany y el celular en mi muslo izquierdo estaba vibrando mucho.
Seguí llorando y en un momento de claridad, escuché que Fany me preguntó que si necesitaba algo. Yo me reí y le dije que un balazo.
Quise articular más palabras y decirle que necesito ayuda, que necesito un profesional, necesito ser evaluada y valorada y necesito terapia y necesito hacer dibujos y necesito medicamento y necesito dejar de tomar tanto perro alcohol porque me estoy poniendo gorda y necesito ir al ginecólogo porque tanto desequilibrio menstrual no debe estar bien y necesito que alguien me pegue en la cara para ya sacarme de este circo de autocompasión. Necesito crecer ya y necesito aprender ya.
Me necesito a mí misma y en los últimos años no he sido muy amable conmigo.
No pude decirle eso obviamente pero lo intenté.
Le dije a Fany, por fin, la razón de mi terror y de que si estaba llorando porque mi amiga se había suicidado, también estaba llorando de miedo.
Le dije a Fany entrecortadamente y con las lágrimas corriendo por mi cara:
-¿Y si me pasa lo mismo que a ella? ¿Y si yo también voy al psicólogo por mucho tiempo y aún así me suicido porque no hay nadie que me pueda ayudar?-
Vi que Fany abrió mucho los ojos y dudó por un segundo. Luego me contestó con su verdad y yo me sentí un poco más ligera.
Mi prima me marcó esa noche y estuvo platicando conmigo un rato y fue muy paciente mientras yo estaba llorando y con todos los mocos escurriéndose por mis labios.
Yazmin me escribió también y me dijo que ella estaba ahí para mí, que me acompañaría en todo, que no estoy sola.
No estoy sola. No estoy sola.
No sé en qué momento me quedé dormida pero sabía que no podría dormir en absoluto si no abrazaba a alguien. Le pregunté a Fany que si le podía dar un abrazo y cuando ella aceptó y así sucedió, yo me puse a llorar en su hombro.
Pasé un rato más llorando y caí en la inconsciencia. Soñé, sin embargo, que Chris Evans me tomaba de la mano y me cuidaba bonito. Que me quería.
Cuando desperté vi que mis ojos parecían los de un panda pero sin las manchas negras, mis labios estaban resecos y mi garganta me incomodaba.
Sin embargo, el iris dentro de ellos estaba más brillante, más limpio. Estaba más tranquila. Me sentía mejor.
Necesitaba llorar. No saben cuánto. A veces eso necesitamos, llorar y llorar y que un amigo nos abrace y nos pregunte que si necesitamos algo. A veces necesitamos que alguien nos diga que tenemos que darnos a nosotros mismos una oportunidad.
Estoy así, por el momento:
La que pensé que era mi mejor amiga ya no es mi mejor amiga y cree que es mejor que mantengamos distancia.
Mi bb que ya no sé si es mi bb porque me siento muy conflictuada y confusa por todo este asunto del silencio y de ignorarme y de otras cosas de parejas y de cosas raras de nosotros porque no hay nadie más raro que nosotros.
Cada día detesto más este trabajo y sólo estoy contando los días para renunciar y ser libre, sentirme libre porque ahora no estoy libre, me siento como un hermoso quetzal atrapado en una jaula en un zoológico culero de la ciudad de México. (el zoo de la cdxm está horrible, no recomiendo)
Tengo miedo por mi futuro laboral, y mi incertidumbre económica no me permite hacer gastos elevados pero que de todas maneras las hago porque SI ESTOY MATÁNDOME AHORA PUES QUE LO VALGA, SIONOOO
Mi amiga se suicidó a los 22 años.
Dejó de hablarme como dos semanas antes, tres quizás. Como un perrito que huele su propia muerte, se aleja de sus dueños para no causarles dolor. Yo sé que ella no quería causarme dolor y que no quería que viviera angustiada. Yo lo sé, porque sé el mucho amor que me tenía.
Yo le tengo mucho amor.
Y a pesar de que me siento abandonada, ignorada y perdida, me siento confundida y me siento atemorizada, me siento yo pero al mismo tiempo no soy yo. Me siento consciente de todo lo que estoy perdiendo, aquí, en este momento, así como lo que perdí hace dos semanas, y así como lo que perdí hace mes y medio y lo que voy a perder en los siguientes siete meses.
A pesar de eso, quiero que te quedes conmigo, o no.
No puedo obligarte a nada, no puedo obligarte a vivir si tú no lo quieres.
Pero quédate conmigo, por favor. Tú que me lees y necesitas ayuda, por favor, déjame hacer todo lo que esté en mis manos para hacerlo...
Y si fracaso...
Déjame tomar tu mano cuando te vayas.
Pd:
Saben que me tomo cada año un hiatus de un mes y lo estaba tomando -como se habrán dado cuenta- pero las circunstancias me obligan -¿o me invitan?- a volver.
¿Por qué?
Porque escribir es lo que soy, ya lo saben y para hacerme y deshacerme necesito ponerlo en palabras.
El alcohol, aunque dé otra impresión, no me basta. Las demás cosas que puedo hacer por el dolor y para escapar de él, no me ayudan en realidad.
Nada me ayuda como escribir y debido a que estoy viviendo esto, no puedo dejar a un lado mi necesidad sólo por cumplir un mero capricho que yo me impuse hace cuatro años.
Gracias por los que se dieron cuenta de que dejé de escribir. Fue por el hiatus, pero con esta entrada regreso de entre los muertos intelectuales. Gracias por ser pacientes.
Si necesitan ayuda, o con quién hablar, saben que mi correo siempre está apto para recibir sus cartas y/o mensajes:
plsimmarian@hotmail.com
Pueden mandarme un dm también, si se sienten más cómodos, o un inbox por fb.
No estoy sola, y tú tampoco lo estás.
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