Ha habido una cantidad ridícula de gente que me ha dicho que le gusta cómo escribo. Que tengo talento para esto, que debería dejar que me lean más, que me animan. Algunos se han atrevido a compararme con figuras importantes de la literatura contemporánea, y otros más me han dicho que soy su escritora favorita. Eso me llena el corazón de júbilo y emoción, aunque por momentos me agüito porque CÓMO ESTANDO ALLÁ AFUERA LIBROS DE STEPHEN KING, JANE AUSTEN Y ANAÍ LÓPEZ CREEN QUE YO SOY SU FAVORITA pero bueno, sé que viene de un lugar de amor y el amor no es muy objetivo.
Y si sí es honesto su pensamiento, pos ayñññ <3 <3
Pero incluso cuando sé que tengo cierta facilidad con las palabras, y que aún más, me encanta deslizarme entre ellas, retorcerlas, romperlas, reconstruirlas, colorearlas y a veces, hasta clavarlas en los corazones ajenos, también sé que tengo mis limitantes. Siento yo que no me salen las escenas de sexo o violencia muy explícita. Lo intento y he recibido buenos comentarios, pero no siento que sea suficientemente bueno para el mundo.
Tampoco me salen las cartas de amor.
Estoy muy consciente de eso y por lo mismo evito mucho escribirlas. Estoy súper acomplejada de muchos lados pero mi escritura sobre mis propios sentimientos de amor está en mi top 3 y ahí les va por qué:
Cuando tenía once años y estaba en sexto de primaria, una vez me inspiré tanto por la amistad que tenía con un niño que le escribí mi primera carta de amor. No fue gran cosa: Una hoja de colores tenues con un fondo de Winnie Pooh. Plumas de colores adornando mi horrible caligrafía descuidada, corazones arañados en los bordes y mis sentimientos que salían a borbotones violentos y agresivos entre cada línea.
Según yo me había quedado bonita. Había dicho lo que quería decir y pensé inocentemente que él lo iba a entender.
Si bien, no era una carta de amor romántico -jamás sentí esa inclinación por él-, yo sí la consideré como mi primer carta de amor. Porque era amor lo que sentía por él y era amor lo que quería transmitirle.
La dejé en el buzón del "Amigo Secreto", luego de firmarla con mi nombre en colores y mariposas y salí al recreo.
El punto aquí es que ofendí tanto a mi amigo, tantísimo, que terminó por ir con el maestro titular para decir que lo había llamado "idiota". Me mandó hablar el profe y me regañó que porque "esas no eran palabras" para referirme a los demás, menos a mis amigos. Que tenía que tener cuidado con lo que decía.
Regresé al patio y pasé lo que quedaba del recreo llorando en el hombro de mi amiga, mientras ella decía cosas como que no me merecía, que David (así se llama el dude, si lo ven, pártanle su madDIGO mándenle mis saludos) era un wey por haber dicho algo que ni al caso, que yo sólo había querido ser amable y así.
No me consoló, ni me hizo sentir mejor. Creo que al contrario. Mi intento fallido por ser amable y por retratar mis sentimientos con toda la fidelidad de la que era capaz sólo me había terminado por humillar.
Me sentía así. Humillada, triste, angustiada, iracunda, confusa y sobre todo, decepcionada.
Desde los siete años me había propuesto con el alma y el corazón en la mano que me convertiría en una gran y exitosa escritora y cuando viví esa experiencia, mi seguridad tambaleó. ¿Qué tan buena puedo ser si ni siquiera sé expresarme con propiedad? ¿Qué tan escritora puedo ser por dentro si ni siquiera puedo hacer que los demás vean lo que yo veo, hacerlos sentir lo que yo siento?
A los siete años escribí mi primera novela. Una novelita pequeña de apenas treinta y dos hojas sobre la vida de una morra que era súper trágica y de repente a los once no podía ni escribir una pinche carta de amor navideña.
Me quise morir de la vergüenza que sentía.
Desde ese momento dejé de escribir cualquier cosa que pudiera estar relacionada con el amor.
Me enfoqué en temas más reales, más cercanos, más propios: La pérdida, la soledad. Los amigos, el salvar vidas. La desesperación, las pesadillas. Los fantasmas, monstruos y el engaño. El miedo al vacío, la oscuridad y entidades divinas. Escribía sobre familias y amigos. Escribía sobre aventuras, paisajes, monstruos, heroínas, cosas fantásticas y maldiciones. Escribía sobre las dudas existenciales que a todos alguna vez nos han acongojado, escribía sobre el insomnio, sobre el alcoholismo, sobre la muerte.
Escribía sobre la vida, sobre todo y sobre nada.
Podía pasar horas y horas escribiendo de la tristeza y el dolor. Sobre corazones rotos, sobre el dolor de saber que heriste a alguien que te importa. Sobre el amor no correspondido, sobre el amor perdido, sobre los acuerdos rotos y las vidas destruidas.
Pero no volví a tocar esa parte de mí que florecía con espinas y tulipanes de colores. Me daba miedo ofender a alguien más con mis palabras de amor.
Y probablemente en este momento se estarán preguntando: PUES QUÉ TANTO LE PUDISTE HABER DICHO PARA QUE SE OFENDIERA TANTO.
No lo recuerdo. No fue algo malo, al menos no a mis ojos y creo que igual, aunque yo lo hubiera visto súper genial y romántico, al final quién decide con qué tono lee las cosas son los demás.
Me enamoré luego de eso una vez y luego otra y otra y otra, pero nadie volvió a invitarme o a inspirarme para yo volver a tomar el riesgo.
Había escrito una carta de amor "ambigua" y me la escupieron en la cara.
Y justo cuando pensé que ya daba por terminado mi historial de cartas de amor -que había iniciado y terminado el mismo mes-, me volví a aventurar a escribir otra más.
Claro, le escribía cositas a mis amigos <3 y a mis familiares pero nunca nada profundo ni original ni... ni tan yo.
No volví a romper un pedacito de mí para coserlo con palabras y entregarlo a alguien más.
Tenía miedo de volver a ofenderlos, tenía miedo de que, al causar dolor ajeno, me lo terminara causando yo solita.
Pero una vez hablando de madrugada con una de mis amigas a quién adoro muchísimo, de aquí hasta que sol se apague alv. me pidió que le escribiera algo.
Le escribí algo y se lo mandé. No lo pensé mucho. Escuché una canción equis y en cuestión de cinco minutos ya tenía media cuartilla llena. Lo mandé.
Luego de releerlo -porque yo todo lo que escribo lo releo para encontrar fallas, así de obsesiva soy-, me di cuenta de que no sonaba a mí. No tenía mi voz. Parecía algo muy automático, como si le hubieran pedido a Google Traductor que tradujera una canción del inglés al español. No tenía sentido... o sí, pero eran cabos sueltos. Inconclusos.
Se sentía falso, se sentía forzado, se sentía frío.
No era yo en esa carta y me espanté porque, ¿de cuándo acá lo que yo escribía era horrible? ¿de cuándo acá yo escribía cosas que no sentía?
Lo cierto es que, y aunque suene extraño, me gusta destruirme a mí misma para compartirles el universo del que estoy hecha, porque como yo he encontrado refugio, paz y compasión en libros, me gusta pensar que puedo hacer lo mismo por los demás.
Pero esa carta, maaaaaaan, qué horrible. Fue tan sorprendentemente malísima mi carta que me hizo reconsiderar todas mis opciones.
Esa no era yo.
Bien, no soy lo que comúnmente se conoce como "cursi" o "romántica". Pero sé afinar cada una de mis palabras para tatuar en existencias ajenas lo que quiero que se tatúe. Tenía la seguridad de que ella sabía lo mucho que significa para mí, pero con esa carta no reafirmaba nada.
"Puedo hacerlo mejor, sé que puedo."
Y le escribí otra carta, una mejor, una más íntima, una más real, una más cercana a mí. Abrí un poquito esa puntada que ese regaño y ese sentimiento de culpa y humillación que guardo desde los once años significaban, y me permití sacar un tulipán de mi jardín secreto.
Ella tenía que saber cuánto la amo Y ¿QUÉ MEJOR QUE CON PALABRAS?
Al final no estuve muy contenta con mi resultado pero ella se emocionó mucho. Sus palabras, su alegría, su incapacidad para "responder a la altura de mi carta" me hizo sonreír. Tal vez no soy tan mala escribiendo cartas de amor.
No soy Shakespeare ni Jane Austen. No.
Pero tal vez sí puedo tocar a los demás a través de palabras y hacerles sentir que mis manos no están frías.
Escribir cartas de amor sí es algo muy pesado de hacer. Al menos, una buena carta lo es. ¿Y cómo se sabe si lo que se escribe es una buena carta de amor? Porque es honesta.
La honestidad y la comunicación son los progenitores del amor, cualquier tipo de amor, sépanlo ya.
Así que el primer paso que tendrían que tomar para escribir cartas de amor es Ser Honestxs: sepan qué quieren decir, para quién va a dirigir. Hagan ese viaje de autodescubrimiento... pregúntense mucho: ¿Qué son ellos para ti? ¿Qué quieres que sepan? ¿Qué tanto de ti estás dispuestx a retratar de manera vulnerable y fidedigna para que te entiendan? Creo que es la parte más difícil. Abrir tu corazón para ver qué hay dentro, enfrentarte a ti mismo y peor aún, a tus sentimientos ilógicos.
EscrÍBANLA: No sólo nos une el destino y los monstruos a Stephen King y a mí, sino que además compartimos el siguiente punto de vista: Las palabras altas, el léxico complejo, las palabras rebuscadas no sirven alv. No hay nada más tedioso de leer que un puñado de palabras que parecen sacadas de un diccionario, no es honesto. Suena más bien a pura arrogancia de quién escribe para darte el mensaje de que sabe más que tú -o tanto como tú-. No lo hagan. Usen el lenguaje simple. No adornen la realidad... la honestidad y las palabras claras siempre son necesarias.
Escríbanlas en word, escríbanlas en paint. Háganlas a mano, recorten palabras de revistas y péguenlas. Escriban largos textos, escriban en un post it. Escriban canciones, escriban cartas, escriban recados, escriban recordatorios, escriban mensajes.
Pero escriban lo que sienten. SIEMPRE. AHORA.
A QUIÉN SEA: El amor no es exclusivo del aspecto romántico. Sienten amor por sus amigos, por sus familiares, por sus compañeros, por sus mascotas, por cualquier ser que comparta con ustedes el mundo y la vida. Escríbanles a ellos. No tengan miedo. En estos oscuros y fríos tiempos, el amor es lo que nos mantiene cuerdos y vivos. No se compren esas ideas de que sólo pueden abrazar a sus parejas y que el "te amo" es para con quién te casas. No. Amen a todos, y escríbanles a todos.
Mis blogs pueden ser llamados cartas de amor, porque lo son. Les escribo a los que sufren, a los que tienen insomio y les hablo de mi universo, de mis sentimientos, de vivencias. Les escribo a mis amigos, para honrarlos, para reconocerlos frente a todos. Les escribo a los que me hicieron daño, a los que rompieron mi corazón, a los que jugaron conmigo. Les escribo a quiénes ya se fueron, para recordarlos.
Pierdan el miedo. Destrúyanse un poquito para amar a las personas. Sean honestos y háganselo saber.
SEAN VALIENTES Y QUÍTENSE ESTEREOTIPOS: vamos, no hay un día en que algo no me recuerde lo "diferente" que soy. Lo sé, estoy aprendiendo a aceptarlo como algo bueno de mí y no como un motivo para suicidarme alv.
Y por eso precisamente jamás me verán escribiendo cosas ridículas y clichés. El mismo sermón que hemos visto en las películas y escuchado en las canciones: "eres el amor de mi vida, sin ti me muero", o cosas igual de intensas y tóxicas hasta cierto punto.
No lo hagan ustedes tampoco.
Atrevánse a expresarse de maneras diferentes. Ya sé que no todos tienen mi capacidad y/o visión UuUr, pero verán que es bien padre cuando se sueltan a la originalidad.
En vez de decir algo como "te necesito en mi vida porque me das sentido" puedes decir algo más real, algo más propio. "Te necesito en mi vida porque eres como el control remoto. Puedo vivir sin ti pero contigo todo es más fácil y divertido".
fiiiinnnnn
Los invito a que escriban cartas de amor diario. Bueno, a lo mejor no diario, pero sí con frecuencia. Recuérdenle a su mejor amigo/a cuánto significa para ustedes. Recuérdenle a sus padres lo afortunados que son ustedes por aún tenerlos. Recuérdenle a esas personas especiales que los aman, que son la música y la pizza en las borracheras de sus existencias.
Sientan. Escriban, escriban, escriban, sufran y amen.
Amen mucho.
FELIZ 2018.
Pd: A mí me encanta recibir cartas, y las recibo de muy buena gana de todos lados. Si quieren mandarme algo pueden hacerlo con mucha confianza al siguiente correo: plsimmarian@hotmail.com
Les prometo que no se las devolveré corregidas UuUr
(no me manden para que se las corrija tampoco >:c)
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