sábado, 29 de septiembre de 2018

Salvar a alguien

Fue una tarde de abril, lo recuerdo. Ya había regresado a trabajar, así que probablemente era finales del mes. Recibí un mensaje, frío y directo, sin muchos detalles, diciéndome que mi amiga se había suicidado un par de días atrás.
Lo miré dos veces y contesté el mensaje. Era su novia y no me quiso/pudo dar más información. Me pidió hablar con la hermana de mi amiga, a quién le llamé varias veces pero me bloqueó. Me quedé en silencio, esperando más noticias.
Silencio por varios días, incertidumbre y miedo y luego, la inevitable confirmación de la realidad... Se había ido.

De veras se había suicidado.





Todo este tiempo, el luto por el que estoy atravesando, las borracheras y el llanto, las rupturas, la herida de mi corazón palpitante y el silencio del dolor y el frío que me cobijan cada noche me recuerdan una premisa que toda mi vida he intentado ignorar:

Nadie puede salvar a quién no quiere ser salvado.

Y fue así como llegué a la conclusión de que nadie me va a salvar a mí porque no quiero que lo hagan.
A lo largo de mi vida he tenido pequeñas revelaciones que me permiten entender y darle un sentido a mi final. Nadie me puede salvar.

Me voy a morir.

Yo me voy a morir por mi propia mano. Yo solita me conduciré a mi propia muerte, lo sé, lo siento en mi sangre y es algo que no puedo ignorar.
Es algo que puedo augurar con extrema facilidad porque, a diferencia de mucha gente que conozco, la vida no es para mí.


Creo que la vida no es para todos, y a mí como a esas personas, no se me da vivir. No se me da esto de estar bajo mi piel, de estar dentro de este cuerpo. No entiendo casi nada de lo que sucede y sin embargo, me veo obligada a sonreír y fingir que sé que estoy haciendo.
Lo único que para mí tenía sentido era cuando escribía y ahora, tiene tiempo, que ya ni eso sé hacer.


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He pasado mucho tiempo de mi vida queriendo e intentando salvar a los demás. Quiero salvarlos, a cada una de las personas cuyos corazones se han sincronizado con el mío, lo primero que noto en ellas son sus alas rotas, la herida en su alma con el fulgor resplandeciente y terriblemente doloroso. Quiero salvarlos, ¿y qué hago para hacerlos? Me arranco pedazos de mí, porque para variar, no tengo mucha autoestima, y se los ofrezco a ellos. Remiendo sus rupturas con hilos de mi ser.

¿Está mal?


Uy, es terrible, no sé por dónde voy a empezar para justificarme, porque sé lo horrible que es esto para mí y para la otra persona. No puedo llenar vacíos ajenos, por mucho que lo intento y créanme, lo he intentado bastante.


He querido salvar a mis amigos de aquella primera infancia, aquellos ignorados por sus padres y olvidados por el sistema, empobrecidos, sin oportunidades. He querido salvar a mis amigos en lo que es ahora mi juventud, aquellos arrastrados en contra de su voluntad por el sistema que los mata, aquellos que han caído en un agujero de negro de adicciones, aquellos que no quieren ver por dónde pisan porque les da miedo caer, aquellos que prefieren pegarse un tiro por la boca que renunciar a lo que ya conocen. He querido salvar a mis amantes, a las parejas en turno, de sus demonios internos, de sus familiares venenosos, de sus batallas contra las adicciones, sus tristezas, de sí mismxs a veces...



A veces se ha podido, a veces no. 



Me molesta, sin embargo, que alguien quiera salvarme. No pueden. Nadie puede. Ni siquiera la persona con más poder sobre mí, que soy yo misma, puedo convencerme de que la vida sí es para mí, y que estoy en mi lugar y que puedo moverme a donde quiera.

El problema no es ese. El problema de no saber qué quiero es que me doy cuenta de que no quiero nada. No puedo seguir viviendo por algo que no existe, que no hay. 

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Pienso mucho en eso, y a pesar de que estoy aceptando este suceso y me está costando litros de sangre componer mi corazón devastado por la tragedia del suicidio de mi amiga y la ruptura con el hombre al que amé por cuatro años, intento mantenerme en un terreno neutro.

Hasta ayer, que salí con A.




Los dos estábamos sentados en nuestro parque especial y mientras tomábamos una cerveza -bueno, él, yo estaba tomando otra cosa-, platicamos como siempre de muchas cosas. Casi siempre de cosas muy tristes.

Me provoca bastante darme cuenta que el tipo está roto, quizás más que yo, por dentro. Se encuentra en un punto de insensibilidad, un punto de muerte interna muy superior al que yo alguna vez conocí. Lo miré a los ojos y vi en los suyos una luz extinguirse cuando dijo que en el pasado lo habían lastimado mucho. El dolor en su voz revivió esa espinita dentro de mí y lo que hice luego me pareció lo correcto.
Abrazó mis piernas, que estaban sobre las suyas, y luego yo me recargué en su espalda y así, en esa incómoda posición, sentí mi corazón latir a un ritmo apresurado y luego fue como si el pensamiento se encendiera en fuego dentro de mi cerebro.



No creo que pueda salvarlo, pero aún así lo voy a intentar. 



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En cuanto a mí, es tiempo de que acepte mi destino y sea honesta con las personas. No hay manera de salvarme porque no quiero que lo hagan. 


La vida no es para todos, creo que no es para mí y está bien.







domingo, 23 de septiembre de 2018

Empezar otra vez

Mi vida estuvo en su lugar como por tres horas y luego, como es costumbre, todo se fue a la mierda. He estado pasando por unos episodios de ansiedad súper cabrones y es momento que no sé cómo lidiar con mis emociones y pensamientos, así que busco perder un rato la consciencia y me despierto pasadas las once de la mañana y me emborracho y salgo a mojarme con la lluvia.

Me siento devastada; tengo pesadillas casi diario, vuelvo a caer en ese horrible hábito de alterarme por cualquier cosita que se sale de mi control y la sensación de ahogamiento aparece cada vez que algo se siente ligeramente similar al pasado. Cierro los ojos y todo regresa, ese dolor abrumador que se posa sobre mí y me aplasta. Se está cayendo el cielo sobre mí y yo no puedo moverme.

Saben que me reconcilié con mi mejor amiga hace una semana y creo que saben porqué nos separamos casi un año. Estoy segura que el amor que siento por ella desde que empecé a sentirlo no ha disminuido ni un milímetro, ni siquiera luego de todo este tiempo y todo lo que hemos pasado y por momentos estoy segura que todo se irá a la mierda de nuevo y yo no voy a poder a hacer nada. No quiero que sufra por mi causa, no otra vez, y aunque ella me asegure que nada igual sucederá, yo no puedo prometerle que no me iré.

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Saben lo que había pasado con la que era mi amiga, Monse, y que me dejó de hablar. Hace algunos días me escribió por twitter y fue bonito saber que aún sigue leyendo este desarmado blog, y creo que no era consciente de lo mucho que la extrañaba hasta que platicamos ese día. No puedo evitar sentir que en cualquier momento en que decida confiar en ella, me iré como hielo en cuba de whisky y será mi fin, porque ya rompió mi corazón una vez, las segundas veces no son nada. ¿Estoy lista para volver a pasar por algo así? No, y ni siquiera quiero hacerlo, pero también negarme a la oportunidad de crecer como persona y tener las amigas que yo quiero tener es muy tonto.



Hace unos días me encontré leyendo la conversación de whatsapp que tenía con mi amiga Paula y cómo en mayo le estuve mandando mensajes suplicándome que no me dejara.
Y aún así lo hizo.
Se fue, no se despidió, o quizás sí lo hizo y yo no me di cuenta. No estoy enojada con ella, no puedo estarlo por más que busco razones para molestarme, pero el amor que siente mi corazón por ella me dobla y me hace pensar que no era feliz y estaba sufriendo aquí y yo no podía hacer nada. Así que no la odio por haberse matado, no la odio por haberme dejado.
La entiendo, y aunque todas las noches me voy a la cama deseando recibir un mensaje de ella diciéndome que todo fue un malentendido, entiendo por qué se fue. Quisiera que me hubiera llevado con ella, pero está bien.



Qué difícil es empezar otra vez.

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Salgo con A y sonrío y me siento contenta. Disfruto el tiempo que pasamos juntos y revivo en los espacios privados de mi vacío nuestras caricias y los abrazos, tomar su mano y el calor y su rico olor a bbcito gggg.
Y me siento tranquila con él, aunque a veces me desespere un montón. Es algo con lo que estoy aprendiendo a lidiar.

Me desespera y mi primer impulso es mandarlo alv. ¿Por qué? Porque sí, porque no quiero esperar a que me rompa el corazón luego de cuatro años amándolo y todo se acabe así porque sí. Pero luego luego me pongo el freno de mano y pienso: LMAO A NO ME HA HECHO NADA, LITERALMENTE NO ME HA HECHO NADA PARA QUE YO ME PONGA ASÍ Y SIN EMBARGO YO SIGO REACCIONANDO ASÍ.

No me ha hecho nada, ni siquiera tengo una buena razón para desconfiar de él. Vamos bien, nos vamos conociendo y acoplando y entendiendo y respetando y todo eso.

Dice él que no se irá de mi vida, que siempre querrá hablar conmigo y yo ya le dije muchas veces que no le creo, que no me puede hacer promesas porque nadie puede saber qué pasará.

-Yo sí- dice él, muy seguro de lo que dice.
-Pues no-
-Pues yo sí-
-Pues no-
-Que sí-

Se nos va el tiempo discutiendo así, ya sea en los columpios tomando fourloko, mientras vamos en su camioneta escuchando canciones de Calle 13, o simplemente cuando vamos caminando de la mano.


La oscuridad sigue aquí.
Mi corazón roto sigue latiendo y sigue raspándome por dentro y el miedo no se va.


Qué difícil es empezar otra vez cuando tienes que hacerlo desde las cenizas.

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Saben que ya no pienso en Diego Ernesto de la misma manera que hace unos meses; no sueño con él, borré casi todo lo que me ataba a él de mi teléfono, y saben que incluso puedo cantar las mismas canciones que canté alguna vez con él.

Pero vaya, no puedo evitar pensar que el rompimiento me dejó más rota de lo que esperé y es que ahora tengo problemas para confiar en los demás. Se atrofiaron mis ya de por sí jodidas habilidades para la comunicación y ahora la angustia me sigue a donde sea.

¿Si digo X cosa, A creerá que estoy siendo muy intensa? ¿Si reacciono así, pensará que estoy de dramática? Quizás sí estoy exagerando...

Perderle el valor a mis emociones porque por mucho tiempo me hicieron creer que sólo quería llamar la atención, que en realidad estaba bien y sólo era mi paranoia, que todo estaba en su lugar cuando era evidente que yo sentía otra cosa es difícil de olvidar.

Intento llevármelo tranquilo y siempre soy honesta, procuro formular lo que quiero decir en mi cabeza para ordenarlo y que todo salga lo mejor, lo más comprensible, lo más entendible y lo más racional.

A veces no me sale.

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Qué difícil es creerle a alguien cuando te abraza y te dice que no se irá de tu vida porque sabes que todo el mundo se va, eventualmente.



domingo, 16 de septiembre de 2018

¿Y si fuera ella?

Llevaba ya un tiempo considerable estando medio muerta en vida. Lo saben, lo sé, he estado pasando por una época medio compleja de mi vida con tantas rupturas emocionales, el suicidio de mi amiga y mi renuncia. 

Busqué refugio en tanto como pude: Podía pasar horas y horas leyendo, leía hasta que me dolían los ojos. Me emborrachaba muchos días de la semana y salía con mis amigos. Conocía personas nuevas y escribía hasta hartarme. Le daba vueltas a las cosas hasta marearme e iba a mi cama cada noche con la sensación de necesitar ayuda divina para salir de aquí. La angustia llegaba y me aplastaba y con la incertidumbre del día siguiente, por dentro le pedía a Diosita que me ayudara a dejar de sentir esto. Pero la mañana siguiente llegaba y yo seguía triste y sola.

Soñaba con ella, en menor frecuencia que recién cuando nos dejamos de hablar, pero seguía soñando con ella. Por aquél septiembre del año pasado estaban mejorando las cosas para mí, pero mi situación con ella no. Fue cayendo en picada hasta que nos estrellamos y valió madre todos. Yo intenté seguir con mi vida.


Pasó un año ya y a pesar de eso, nunca dejé de pensar en ella, ni dejé de extrañarla ni dejé de soñarla. No dejé de querer su presencia conmigo, no dejé de llorar su ausencia y no dejé de odiarme a mí misma por no haber sabido encontrar otra solución, por haber permitido que se fuera.

Dejé mi amistad con ella porque sabía que conmigo ella no iba a estar tranquila en sus demás relaciones personales. Yo lo sabía y me dolía mucho que me usaran contra ella, así que preferí pelearme con ella y dejar las cosas terminar. Y aunque lo dijimos con palabras, creo que realmente no sucedió del todo.

Saben que pasé los siguientes meses emborrachándome básicamente diario y llorando cuando me metía a bañar y soñando con su voz. Estaba que me pegaba un tiro, no lo toleraba y además, vivíamos en la misma casa, así que vayan a saber ustedes el infierno por el que pasé.

Yo sólo quería que fuera feliz, porque eso es lo que quieres cuando amas tanto a alguien, ¿No es así? Ser feliz, aunque sea a tu costa.



Creo que al final nada de lo que hice para alejarme y dejar de sentirme así funcionó, sólo que aprendí a callarme alv mis sentimientos. Este hilito que me conectaba a ella, sin embargo, no dejaba de tensarse. 


Me sentía muy sola y triste y lista para la muerte.


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No me morí, como ya saben. 
Las cosas para mí cambiaron:

Luego de eso, Paula se suicidó, terminé con Diego Ernesto y renuncié a mi trabajo. Regresé a mi casa sintiéndome como el peor fracaso de todos y lo que más me daba tristeza es que ya no tenía a esa persona con quién compartir esa etapa tan difícil... De hecho, no tenía ya a nadie. 

Sólo éramos yo y yo misma, y de vez en cuando mi alcoholismo. 


Destapé botellas casi sin discriminar los días y leía y escribía casi todo el día y podía pasar días y días incomunicada con los demás. Luego, bueno, conocí a A y todo empezó a salirme mejor. Me va muy bien en mi clase de creación literaria y aunque seguía teniendo pesadillas, al menos el vacío en mi estómago iba disminuyendo.



Algo cambió.


Como uSTEDES NO SABEN, CLARO QUE NO, PORQUE QUÉ OSO CONTARLE A ALGUIEN, pero cada mes yo le escribía algo a ella por whatsapp. Esperaba a que algo relevante sucediera para tener una excusa más o menos creíble. En julio le escribí borracha una invitación para que se uniera a la fiesta donde estaba. En agosto le escribí para desearle un buen inicio de ciclo escolar. Y ahora en septiembre esperé hasta el quince para escribirle y desearle un feliz día de vivaméjico. Empezamos a platicar Y NOS CONTENTAMOS <3


Quiero llorar desde entonces pero no he podido porque la felicidad no dura mucho y a las pocas horas de que estábamos platicando bien agustinas de iturbide, todo explotó alv.


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Esa otra persona encontró mi cuenta de tuiter y leyó lo que estaba tuiteando sobre nuestra reconciliación y la hizo de p2.


Precisamente lo que quería yo evitar, precisamente por lo que preferí morirme en vida e irme de la vida de Karli, pasó.
¿Pero saben qué?


Esto ni siquiera se trata de nuestra amistad, de lo que yo escribo en mi blog o de la relación en cuestión ajena a mí. 

No se trata de esto.

Se trata de la irresponsabilidad emocional. 

Pero me niego a dejarme destruir, otra vez, por el terrorismo emocional de esa persona y de cualquier otra persona en mi perra vida.

O SEA, DEJÉ MI RELACIÓN DE AMISTAD MÁS SIGNIFICATIVA Y ANORMAL EN MIS PINCHES VEINTITRÉS AÑOS DE LA VIDA, ALV.
LO DEJÉ PORQUE PENSÉ QUE ERA LO CORRECTO
LO DEJÉ PORQUE PENSÉ QUE ASÍ KARLI PODRÍA ESTAR A SALVO


Y nel.


Pero saben qué ¿¿¿¿¿????? A la mierda todo este asunto. A mí ya no me importa quién chingados seas, no me importa ni siquiera que te sea fácil ocultarte en tu ciudad o que me dobles en estatura y peso.



Te voy a buscar en la cdmx, te voy a encontrar y te voy a romper la madre, el padre y la patria entera. GUARDEN ESTE POST.




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Como sea.

En realidad, estoy muy feliz, no me sentía así de feliz en mucho tiempo -bueno, quizás exagero pero es felicidad diferente la que mi amistad con karli me hace sentir pero ya me entienden alv-, y ya <3



Creo que, puedo decir con seguridad, que estaría dispuesta a volver a vivir todo lo horrible que he vivido si tengo la seguridad de que vamos a ser amigas otra vez para siempre <3 <3

wow


viernes, 7 de septiembre de 2018

Un fourlokito en el parque

Estuve muchas horas discutiendo conmigo misma sobre si debería o no escribir esta historia. No por lo complejo o por revelar mis intimidades, que para los que ya me han leído de tiempo y prestan atención, no son factores que me impidan escribir, sino porque es de verdad que tengo la creencia que a veces cuando escribo en mi blog sobre algo bueno se arruina.

No sé si sea incidental, mera coincidencia o de veras mi blog tenga algo de mala suerte pero esto es algo que hasta la madrugada del jueves estuve segura de que no quiero perder.

Si lo escribo es porque, luego de discutir mucho y abrir una encuesta en tuiter, ganó este tema y bueno, si me siguen en Instagram ya vieron que hice un dibujito sobre esa noche... Pues hoy les vengo a contar la historia:

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El martes tuve un colapso nervioso y me sentía fatal. Tengo esta curiosa necesidad de hacer de vez en cuando encuestas por mi cuenta de tuiter sobre aspectos míos que sé que me fastidian. O sea, sé que sólo hay una respuesta que voy a aceptar y si recibo algo diferente me enojo. Porque quizás tienen razón y me siento muy insegura sobre ello.

Pregunté que si creían que yo iba de relación en relación porque no sé lidiar con mi soledad y sentimientos de inadecuez(? humana. Recibí mayoría -por muuucha mayoría- que sí, que es cierto.
Me enojé y decidí ghostearlos a todos.

Dejé de contestarles a todos, dejé de tuitear y dejé de publicar en facebook. Como niña berrinchuda, lancé mi celular al otro lado de la cama y me crucé de brazos. Estuve un par de horas gruñendo y después retomé mis actividades del día: lavé trastes, escribí el cuento para mi clase y le avancé a mi lectura de la quincena.
Ignoré todos los mensajes.


Ignoré también a A -vamos a dejarlo así, como EN PRETTY LITTLE LIARS, OMG-, ignoré a algunos amigos, ignoré a mis papás, ignoré a lxs chicxs de Tinder. Estaba muy enfrascada en mostrarles a mis amiwos de tuiter que se equivocaban, que puedo salir adelante sola y no necesito a nadie.
A me dobleteó el mensaje y viéndome sin escapatoria, le respondí de manera muy fría y continué con mis cosas.

Al día siguiente decidí ir por un fourloko y caminé de mi casa hasta el MEGA de Centro Max -porque si voy a tomar a alcohol, por lo menos quemar un poquito, siono raza?-; regresé temprano a mi casa pero mi hermana ya se había ido a trabajar así que acabé tomando sola un fourloko y mientras lavaba trastes y me preparaba para ir al cine, me tomé un par de cubas cuyo número no recuerdo porque sí me puse medio borrachita.

A y yo estábamos escribiéndonos y entonces yo le dije que estaba borracha y que iría al cine. Él me preguntó que porqué no lo había invitado y yo le dije que PUES ÑO C. Él me preguntó que a qué hora saldría y yo le dije que la peli terminaría a las ocho y media de la noche, más o menos. Él dijo que iba a esa hora por mí.

Yo estaba ebria y me aventé ebria toda la función, en la última fila de sillones de la sala oscura, viendo Ana y Bruno. Wow. Qué viaje mental, eh.
Estaba entre nerviosa, angustiada y emocionada.

Según A, llevamos hablando un mes, según yo es menos tiempo. Pero lo que sea. No suelo encontrarme con gente que conozco por internet. Bueno, sí, pero no por Tinder, ya saben.

La verdad es que desde que empezamos a platicar me he sentido muy a gusto con él, tenemos muchas cosas en común y en general parece alguien decente. Pienso: ¿Qué tanto daño puede hacerme alguien a quién le gustan tanto los libros de Stephen King?

Exacto.




Salí del cine, me acomodé el cabello y me senté en una banca. Me mandó un mensaje: ¿Dónde estás? Yo le respondí que sentada detrás de una planta. Su siguiente mensaje fue: Ya te vi.

Se acercó hacia mí.

No recuerdo qué dijo, si es que dijo algo, ni cómo me di cuenta de en qué dirección vendría, sólo sé que cuando estuvo a dos pasos de mí, levanté el rostro y ahí estaba frente a mí, con sus ojos tiernos y su sonrisa dulce y todo guapo y mucho más alto que yo.
Lo abracé como si fuéramos viejos amigos.

Nos miramos un momento, sonreímos y empezamos a caminar fuera del centro comercial. Me preguntó que cómo había estado la película y que qué tan ebria estaba.

No mucho, pero sí algo.




En la oscuridad estuvimos vagando por aquellas calles. Llegamos a un OXXO y según yo no venden Fourlokitos ahí y le dije eso.
  -Creo que en los OXXOs no venden-
  -A ver, vamos a ver-
  -Si no, tendremos que ir hasta el MEGA-
   -Pues vamos-

Entramos al OXXO Y SÍ VENDEN FOURLOKITOS YA EN EL OXXO, OMG GRACIAS A DIOSITA porque no hubiera querido caminar.
Seguimos platicando de trivialidades, y mientras pagábamos, la señora que nos atendió nos preguntó que a qué sabían.
A me miró y sonrió cuando él respondió, porque segundos antes yo le había dicho a lo que me había sabido el Fourlokito Golden.
    -Dice ella que sabe como a miel-
    -¡Sí! Como a miel y azúcar-

Salimos del local, guardé las bebidas en mi bolsa y caminamos todavía un poco más, sin rumbo. Luego recordé que por dónde andábamos hay un parque y lo señalé.

    -Podemos tomar ahí-

Caminamos y nos sentamos en unos columpios. Tomamos y charlamos de muchas cosas. Es curioso. No sé cómo describirlo porque cualquier palabra que diga siento que no le estoy haciendo justicia.

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No me suelo sentir cómoda entre las personas, menos entre hombres hetero y mucho menos tomar alcohol con ellos, pero quizás la afinidad intelectual y el hecho de compartir ciertos intereses y gustos me hizo sentir calmada. Como si estuviera hablando con una versión mía.

Y ahí estábamos, él y yo, sentados en un columpio, tomando fourlokito y riéndonos y hablando de todo y de nada.

La verdad es que evité mirarlo mucho de frente porque su belleza me intimida. Es un hombre muy guapo y con cada palabra que decía, cada comentario que compartíamos, como el hecho de que los dos admiramos a Keanu Reeves, hacía que me derritiera un poquito más. Su voz, grave y profunda, era una invitación para seguirle haciendo preguntas. Podría escucharlo hablar toda mi vida, en esa noche lo decidí.

Nos fuimos a sentar a una banca y seguimos platicando de muchas cosas: A es chilango, nació allá y tiene como ocho años viviendo aquí en mi Leoncito bello y violento. Me contó de cosas que le habían pasado cuando vivió allá, como que de chiquito su casa quedaba pegada a un cementerio. Mientras hablaba, yo tomé su mano para medirla con la mía y observarla mejor.


Hay cosas físicas en las que me fijo y no sé por qué, como por ejemplo, en los ojos, la mano y la voz. Siento que si me gustan me puedo sentir atraída física y a veces hasta sexualmente a esa persona. Medí su mano con la mía, me fijé en la forma de sus dedos, sus uñas, los nudillos y él me miró con curiosidad y se rió.
   -Tengo unas manos muy grandes-
   -Y yo muy chiquitas-

Vimos la diferencia y nos reímos. Luego entrelazamos nuestros dedos y tomados de la mano seguimos platicando de varias cosas. Hubo un momento en que me sentí tan cómoda estando ahí con él, que puse mis piernas sobre las suyas y después pensé que tal vez estaba mandando el mensaje equivocado o que yo bien toda loca intensa y las bajé pero él me detuvo.
   -No, las puedes dejar, no me importa- dijo y se rió- Intentaré esconder mi erección-

Y nos reímos.

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¿SABEN QUÉ?
Eso me gusta mucho de él. La facilidad con la que podemos hablar de cualquier tema. CUALQUIERA.

Hablamos, por ejemplo, de sexo, de porno, de fantasmas, del futuro. De Keanu Reeves. Él me ofreció su gorro y yo me lo puse y después recargué mi cabeza en su hombro, y así, yo casi sentada encima de él, con las manos entrelazadas y la cabeza en su hombro le conté de todo:

Le conté sobre el suicidio de mi amiga Paula. Le conté sobre mi ruptura con Diego Ernesto. Le conté lo que había pasado con Karla Michelle aquel diciembre. Le conté sobre que me sentía súper mega sola. Que me gusta mucho escribir, pero es algo que no tengo con quién compartir y eso me hace sentir muy triste.


Pueden imaginarse mi grado de ebriedad: Yo, ahí tomada de la mano y con las piernas sobre el regazo de un extraño al que tengo un mes de conocer por Tinder, contándole mis penas, mis rupturas, mis vacíos, en mi estado más puro de ebriedad.

Me escuchó atentamente y de vez en cuando hacía comentarios. Nunca me dió consejos que yo no pedí. Sólo dejó que me desahogara, me dejó explicarle mi pasado, quizás con la esperanza de entenderme mejor y yo no tener que explicar porqué estoy tan traumada y rota y dañada.

Antes de que pudiéramos irnos en paz, me di cuenta de que perdí el arete de mi perforación. Lo estuve buscando por los columpios pero los pastizales eran groseramente grandes entonces si se había caído ahí estaba perdido para siempre.
Menté madres.
Él se rió y prometió comprarme otro.

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Nos fuimos de ahí tomados de la mano, caminando entre árboles oscuros y platicando de cosas más supérfluas.
Me llevó hasta mi casa y afuera de ella, nos abrazamos varias veces, nos reímos y después se fue cuando yo entré.


Le escribí esa misma noche que me avisara cuando llegara a su casa y así lo hizo.
Intercambiamos mensajes por whatsapp e instagram pero yo estaba tan borracha que olvidé lo que escribí, ya el jueves en la tarde me fijé y me dió un patatus porque #WHATTHEFUCK
No dije nada muy intenso, sólo que ugh UGH a veces me caigo gorda porque cuando intento probar lo contrario de lo que se cree de mí termino dándoles la razón a todos porque soy tonta u_u y tienen razón, amigos. Sobre mí.



Tuve una cruda terrible el jueves que me duró todo el día a pesar de los alkaseltser, los paracetamol y tylenol, los gatorade y el elote en vasito que me comí para que se me bajara. Seguí platicando con él.



                               




Se me afigura que viví un episodio de esas novelas para jóvenes adultos de amors hetero. Estoy un poco consternada porque con todo lo que le dije, todo lo que le ventilé de mis rupturas, de qué tan roto está mi corazón por lo que he vivido, de lo triste que estoy y la desesperación en la que me puedo sumir por momentos cuando siento que todo se va a ir a la mierda y sé que es mi ansiedad pero no hay mucho que pueda hacer para sentirme mejor, no se espantó.

Le conté mucho, dejé que viera quizás demasiado de mí, y ni siquiera de mi cuerpo, sólo de mi esencia y a pesar de ello dijo que le gusto, que todo eso que tengo cargando y que soy, que eso me hace especial, me hace lo que soy. Todo eso que he vivido, todo eso que he llorado, todo eso que he perdido y que he ganado.

A pesar de ello y por ello le gusto.


A mí también me gusta.


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(Yo, corriendo de nuevo a los problemas cuando aún sigo en recuperación de los anteriores.
lol)


Me angustia un poco porque ME DA UN PUTERO DE MIEDO, ESTOY HORRORIZADA porque si todo sale mal, otra vez, me voa morir más muerta que antes y les juro, ya no quiero vivir algo así.
Pero hay algo en su voz, en sus ojos, en su contacto que me dio confianza.


¿Qué tanto daño puede hacerme alguien a quién le gustan tanto los libros de Stephen King?