Ya había escrito sobre la primera vez que me masturbé y cómo había sido esa experiencia para mí, en caso de que lo hayan olvidado, aquí les dejo el link ---> Mi primer orgasmo, pero una cosa es la masturbación y otra cosa muy diferente es el tema de hoy: El sexo, hacer el amor, coger, tener relaciones sexuales, acostarse con alguien, echar un polvo, el "tango del diablo", como sea que le digan, la situación es la misma.
Ya tenía tiempo queriendo hablar de este tema pero no me animaba del todo. No sabía qué decir porque aún no me siento con una opinión firme, pero lo que me motivó un poco tuvo que ver con el hecho de que, durante una comida con una de mis mejores amigas, ella me preguntó sobre sexo. Estábamos comiendo y cuando me hizo la pregunta como tal, sentí que se me iba la comida por otro lado. Tosí y no sé de qué color me puse, porque ella inmediatamente dijo:
-Yo sé que no... no lo has hecho, pero...-
Su duda como tal no recaía en el acto en cuestión, sino en los métodos anticonceptivos. Más o menos tengo una idea pero tampoco es como que esté súper informada y actualizada porque, bueno, soy "virgen" y soy pansexual. Le dije todo lo que sabía, le pedí que siempre se cuidara y que se hiciera revisiones con regularidad. Fue lo único que se me ocurrió decirle. De regreso a mi casa me cuestioné, por segunda vez en mi vida, el tema sobre el sexo.
Eran inicios de octubre y yo estaba con el corazón hecho pedazos. La única vez que me lo planteé con seriedad fue cuando, a los dieciocho años, llegué a la conclusión de que quería "perder la virginidad" con una mujer.
Pero, 1- la virginidad es un constructo social diseñado para limitar la vida de la mujer, y 2, la elección del género con quién quería intimar -que normalmente es nula, no siento inclinación hacia ningún género, sexo, orientación o lo que sea- se debía a mi reforzada interpretación de que el sexo con hombres o con personas con pene, duele cuando tienes vulva.
Bastante prejuicioso de mi parte, incluso para tener dieciocho años y haber sido criada en una familia católica y panista además.
No funciono como los demás, como la norma lo indica. Lo sé, estoy consciente desde que era muy joven y lo fui interiorizando con el pasar del tiempo porque lo que veía en la televisión, lo que oía en la música, lo que leía en los libros, lo que me enseñaban en la escuela y lo que me decían las personas a mi alrededor no encajaba con mi realidad.
En primera, a mí no me podía gustar alguien de sólo verlo. Hasta la fecha es una facultad que no poseo. Nunca he vivido algo así como "el amor a primera vista", nunca he podido sentir una conexión tan rápida, tan profunda, con el roce de mis dedos o una mirada.
No sentía agrado ni simpatía ni ganas de conocer a alguien sólo por verlo. Nunca he podido querer a alguien bajo esas circunstancias y sin embargo, me bombardeaban con la idea de que así era el amor. Que el amor "entra" por los ojos.
Comencé a pensar que quizás mis ojos no servían. O era mi corazón el descompuesto.
También estaba el asunto HETERONORMADO. Que yo, como niña, sólo debía sentir atracción por niños. Nel. No en mi caso. Yo podía y puedo sentir atracción hacia hombres, mujeres, no binarios, genderqueer y todos los géneros existentes. Mi orientación no se basa en cuestiones banales como lo que tenemos entre las piernas o cómo te presentas con el mundo. Chistoso. Una vez que descubrí que era pansexual, y no sólo "otra queer" más, entendí por qué me costaba tanto trabajo desear a alguien que veía en la calle.
El deseo sexual que siento va más allá de la forma física.
Qué poético y tormentoso suena.
Está el asunto de mi lentitud, porque no sólo llegué tarde a mi graduación de la secundaria, sino que también al despertar sexual.
Recuerdo a mis compañeros de tercero de secundaria luchar con sus erecciones espontáneas, el porno en sus teléfonos que se intercambiaban por infrarrojo (pinche oso) y las hormonas volando en el aire. Ni siquiera cuando por aquel entonces tenía yo un noviecito -al que terminé porque ño me gustó al final :c-, ni siquiera cuando tenía algunas ondas eléctricas, románticas y de desafío con uno de mis compañeros de tercero de secundaria.
Nada de eso fue suficiente como para arrastrarme al mundo incierto del sexo.
La prepa debió haber sido un escalón en el mundo adulto. Más o menos ya me había acostumbrado a mi periodo menstrual -nunca te terminas de acostumbrar a esa chingadera tbh-, más o menos sabía de qué iba el asunto.
Me sentía más cómoda con mi cuerpo, me sentía más cómoda usando ropa ajustada, mini faldas y todo eso. Me sentía más firme a la hora de pedirle a los hombres a mi alrededor que me miraran a la cara cuando me hablaban.
Ni siquiera cuando por un tiempo también tuve un noviecito -de hecho, era el mismo que de la secundariaUNSALUDOADRIÁNSILEESESTOSORRY-, ni siquiera cuando era más fácil estar sola porque ya me movía con más independencia que antes, ni siquiera cuando llegué a tener ondas extrañas con un chico de mi generación.
Tampoco eso fue suficiente como para abrir alborotarme las hormonas.
Me gustaba que este chico me tocara pero apenas abría la boca y soltaba sus comentarios homofóbicos o sobre lo grandioso que es Vargas Llosa como escritor, me daban ganas de meterle dos calcetines a la boca y se iba el encanto.
No podía ser sólo así, ¿Cierto? Debía ser más grande todo este asunto del sexo. Mi cuerpo debía funcionar bien, debía sentirme atraída hacia las personas y lo intenté y fallé miserablemente. Nadie me convencía, nadie me gustaba. Me daba repelús cuando me tocaban y a diferencia de mucha gente de mi edad con la que interactuaba todos los días, sentía que veía las cosas diferentes.
"Quizás soy asexual" me dije a mí misma. Quiero decir, me había enamorado una vez, cuando tenía trece años pero no había sentido deseo sexual. Había tenido novios, había salido con chicas y nada.
N A D A
Por eso, cuando cumplí dieciocho años, me dije a mí misma que mi primer encuentro sexual sería con una mujer.
Porque, independientemente de mi deseo, mi enamoramiento y mis ilusiones, yo SÍ tendría relaciones sexuales con alguien más, nomás por curiosidad.
La idea de involucrarme con una mujer surgió porque pensé me sentiría más cómoda. Las mujeres tendemos a la compasión y la paciencia y mi idealizado concepto de una amante me daba la seguridad que requería para desvestirme en frente de alguien.
Luego tuve novia y poquito después me mandó al diablo. No se cumplió mi deseo, pero no desistí...
Hasta que me enamoré
DE UN HOMBRE CISGÉNERO.
La cosa cambió, por mucho.
Sentía/siento bien diferente con él, a como lo viví anteriormente. Con poco, con sus palabras, con su mera voz podía mover mucho dentro de mí. Quizás porque con él es como si mis emociones fueran bombas de tiempo, y cual sea que él elija prender, explotan dentro de mí.
Entonces puso sus manos sobre mí y todo tuvo sentido, y todo cayó en su lugar. Fue un "Ah, ya veo", una realización, porque con su caricia no sentí intimidación ni miedo. Fue algo más bien cálido, calmado, pacífico, dulce...
Hasta que llegué al baño, me bajé el pantalón, vi mi ropa interior mojada y pensé: MMMMM INTERESANTE EFECTO.
No me había pasado desde que me habían pagado mi aguinaldo. Nunca subestimen lo mucho que me gusta gastar MI dinero en cosas innecesarias.
No recuerdo a alguien de mi pasado que haya tenido el mismo efecto en mí, por más que lo quiero pensar.
Pasó, sin embargo, que cuando estudiaba la carrera y me enamoré -lol- de mi mejor amiga de entonces también me sucedió, pero fue una situación diferente porque ella tenía/tiene novia y como yo le daba miedo y nunca se quiso animar conmigo, no hacía mucho por tocarme y así. Pero en fin.
Sé que en parte se debe al enamoramiento y al amor enorme que le tenía/tengo a él porque yo no me enamoro a menos que pueda confiar en esa persona.
La confianza entonces es un terreno sólido en donde construir mis deseos sexuales.
Y aún así, la idea me aterroriza, porque más que todos mis complejos corporales y mentales -que si mi altura, que si mi peso, que si mis pecas, que si mis pelos, que si mi olor, que si mis estrías, que si mi calor, que si mi ritmo, que si mi habilidad, que si mis manos, que si mi cabello, que si mi salud mental toda destruida, que si mi dependencia emocional, que si mi insistente deseo de aislamiento, que si mi miedo a quedarme sola, que si mi baja autoestima, que si mi ego de acero, etcétera etcétera-, la cuestión es esta:
El control.
Estoy consciente de que no tengo mucho control sobre mí misma: Mi mente hace lo que se le da su chingada gana y mi corazón es terco como la puta madre.
Lo poco que puedo controlar de mí es mi cuerpo.
¿Y debería cederle el control del mismo a alguien más por diez, quince minutos?
O SEA, ES NECESARIO???????????????
Sí.
El sexo es sobre control, sobre ritmo, sobre acoplarse. Sobre conocer a alguien. Sobre dejarse conocer.
Yo a veces duermo con mi Winnie Pooh cuando tengo miedo de la noche, ¿ESTOY PREPARADA PARA VIVIR ALGO ASÍ?
Probablemente no, pero sí lo haré, porque la curiosidad me puede más y el cuerpo lo pide.
A veces estoy convencida de que si empiezo mi vida sexual podré canalizar mejor mis malas vibras y seré una bruja más feliz.
No sé. ¿Ustedes qué piensan?
Cuando lo haya vivido, voa escribir sobre ello.
O no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario