sábado, 15 de diciembre de 2018

El problema con las historias de amors

Uno de los desencantos más fuertes que he vivido en mi corta vida fue cuando tenía catorce años y tuve a mi primer novio.
Entonces yo estaba hasta el cuello de las historias de amor, las novelas infantiles y las películas de Disney. Se supone que una vez encontrado el amor, las demás cosas a su alrededor tenían sentido y se desenredaban con facilidad. Cada cosa caía en su lugar, y todo era mágico y así.

Pues no.

Acepté ser su novia por diversos motivos: Porque era lo esperado, porque tenía curiosidad por probar las verdades de la realidad ficticia de la televisión, y sobre todo, porque este chico representaba todo lo que yo "buscaba": Era un escritor, como yo, y le gustaba la música de los Jonas Brothers. Había sido mi amigo y por lo tanto, compartíamos ciertas amistades. Era guapo y, en comparación de otros chicos de la secundaria, él olía bien.

No sabía muy bien lo que estaba pasando. Meses atrás me había enamorado por primera vez y me habían roto el corazón. Pensé que era, quizás, él mi oportunidad de salir adelante, de vivir algo más acorde a lo que veía en la cultura pop y le dije que sí.

¿Qué pasó para que me desencantara?

No fue él, quiero aclarar. Él fue un buen novio, compasivo y atento y me quería mucho.

Nos llevábamos bien.

Pero no sucedió nada de lo que me habían prometido las novelas infantiles ni las películas originales de Disney Channel. Nada que hubiera visto en el anime.

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Tenía novio y aún así me sentía súper AWKWARD. La ansiedad no disminuía ni un milímetro y mis episodios de depresión sólo parecían incrementarse. Tenía la presión de verme más feliz de lo que en verdad me sentía. Tener novio me había catapultado a otro nivel de la "adultez" para el que yo no estaba preparada.
Seguía teniendo ansiedad, seguía siendo molestada, seguía peleándome con mis amigos y seguía sin hallarme en el mundo.

Terminé con él porque no sentía lo que debía sentir y llegué a un punto de sentirme falsa como la chingada. No podía hacerle esto a él. No podía mentirle ni mentirme a mí misma.

No estaba viviendo una historia de amor incluso cuando tenía novio y me caía bien.

A los catorce años me di cuenta que un novio/a/e no vendría a arreglar mis problemas. Pero no desistí. Luego de eso, el resto de mis relaciones y dinámicas románticas, tanto con hombres como con mujeres (porque nunca he tenido el gusto de estar con alguien no binario/genderqueer/genderfluid/ whatever), y que siendo un número groseramente considerable, se resumen en búsquedas de lo que tanto había leído y visto y escuchado:
Una historia de amors convencional, simpática, con final feliz.


Como si el amor fuera simpático, convencional y feliz.

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Me encontré con muchos problemas:

En primero, me borraban a mí como individuo. Por ser mujer, disminuían mis méritos y todo recaía en mi relación.
Yo ya no era Mariana, la jugadora *estrella* del equipo de básquetbol. Yo era Mariana, la novia de X del equipo de fútbol.

Yo ya no era Mariana, la escritora de la pastorela. Yo era Mariana, la novia de Y, el que toca la guitarra y el piano en la escuela.


Sí me frustraba que me borraran a MÍ y que todo mi valor se redujera en mi pareja de entonces.



También me encontraba con que pocos -casi nadie, sólo mi ex novia- estaban dispuestos a compartirme con la literatura. Vamos, yo ni siquiera estoy tan demente como para dejarme absorber por una narrativa -ojalá lo fuera-, pero aún así los vatos se sentían amenazados por el tiempo que pasaba escribiendo o buscando opiniones con extraños.


Y se molestaban conmigo por mis amistades, por mis hobbies. Por mi falta de interés en la interacción social, por mis defectos y por mis virtudes. A veces sentía que debía ser alguien más, una versión de Mariana mejorada, para estar bien con ellos.

En las historias de amor nadie cambia, ¿O sí...?



PUES SÍ.





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Pero yo no quería cambiar, no quería cambiar para satisfacer a otros y tampoco es como que ellos me dieran mucha pista sobre lo que querían que yo hiciera para mejorar (?

Más que desgastada por el tiempo y devastada por la sucesión de sentimientos rotos a manos ajenas, lo que más sentía era decepción porque las historias de amor eran una burla. Nada de eso era cierto.

Nada era fácil, ni mágico ni tenía soundtrack de pop chicloso.




Hasta que lo conocí

(y vi la vida con dolor JAJAJAJA YA REGRESA JUANGA)



Lo conocí, un hombre bueno y honesto, sin miedo a hacerme saber lo mucho que le gusto y lo mucho que me necesita. Un hombre decente, sin problemas con lo que yo soy: una escritora con esencia arraigada de tormenta. Un hombre que no le da miedo decirme lo mucho que me ama y lo mucho que piensa en mí y lo mucho que quiere la vida conmigo.

Y yo me siento bien feliz y enamorada y cómoda y CONFUNDIDA PORQUE, ¿POR QUÉ AÚN NO ES COMO UNA HISTORIA DE AMOR?


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Me he tardado mucho tiempo en aprender y darme cuenta, pero es bien simple la respuesta:

Porque el amor no es como nos lo pintan.





El amors no es fácil, no es sencillo ni convencional. Todo lo que nos enseñan en las pelis es pura basura. No siempre hay finales felices, no siempre hay personas honestas, no siempre hay ganas de luchar. No siempre te corresponden, no siempre hay empatía ni cosas en común.

Las historias de amor son flojas, y están flojamente escritas y construidas. El amor requiere todo menos flojera y pasividad.
No podemos construir una realidad basada en gente que ni siquiera es real.

No podemos creernos esos cuentos de que si te celan es amors, que si te pegan y luego lloran y te llevan serenata es amors, que si te hacen sentir inadecuada, o que debes cambiar, es amors.

No podemos creernos esos cuentos de que el amor está a la vuelta de la esquina, esperando a que tú llegues. Porque el amor no es algo que tú encuentras, es algo que tú construyes con alguien más.

Y por más romántico y cómodo que se escuche, por más vacacional y primaveral que todo parezca, el amors es sólo un resultado de un proceso previo donde debe haber confianza y honestidad y empatía y otras cosas.

Por más que nos parezca lo ideal, no podemos irnos con la finta de que en cualquier momento un chico muy guapo con chamarra de cuero y aliento a cigarro vendrá a rescatarme de mi mundo de preocupaciones. Y que me aceptará en totalidad y que amarlo será un paseo en el parque.
Porque ño.


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Somos personas, amiwes, no se nos olvide y las personas estamos jodidas y arruinadas y llenas de contradicciones.
Aquí lo único que importa es: ¿Qué tanto crees que vale la pena el arriesgarse por esa persona que te pide que te arriesgues?


Algo que puedo decirles con seguridad:

Con el tiempo me ha ido mejor.



Quiero decir, desde esa primera relación, desde que me rompieron el corazón cuando tenía trece años, me ha ido mejor.
He encontrado a mejores personas, he amado más y mejor, me han amado más y mejor. Y he aprendido un montón de cosas.

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El problema con las historias de amors es que nos hacen creer que todo es fácil y de color rosita, que todo vale la pena. Que es algo que encuentras, que una persona -guapísima, perfecta y dispuesta- te da. Que es algo que te salva.

El problema con las historias de amors es que no son realistas, porque el amor no es perfecto.






El amor tiene forma de garabato y una vez que le hallas el chiste, vale muchísimo la pena.


¿O ño?






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