Pensé que no podría hacerlo.
Luego de nuestra ruptura y luego que rompí con todo lo demás -o todo lo demás rompió conmigo alv-, pensé que no podría volver a poner un pie donde hubiéramos estado antes. No podría. No podía ni imaginarme la posibilidad de regresar a un lugar donde ya no me sentía bienvenida.
Y no sólo me refiero a una ciudad. También estoy hablando de mi ciudad natal, y de la música. De los memes. De las películas. De los libros, de todo.
No podía regresar, porque si regresaba estaba abriendo la puerta para autolesionarme otra vez. Ya no quería sufrir, no puedo lastimarme más de lo que ellos me lastimaron. No quería y no quise.
Estuve jugando por mucho tiempo con la idea de no regresar, al menos no pronto. Quizás dentro de cinco años. Quizás cuando estuviera en un mejor lugar, quizás incluso cuando ya estuviera con alguien más.
Pero parte de mi luto me llevó, además de a lugares muy oscuros dentro de mí misma, a un lugar de consuelo, ira y negociación. No en ese estricto orden.
Si bien, esto ya se había acabado, yo estaba libre. No iba a dejarme encadenar por el miedo o el sufrimiento. Soy libre y puedo moverme y puedo hacer lo que se me dé mi chingada gana, justo como he venido haciendo desde que tengo consciencia.
Así que avisé a quiénes tenía que avisar, renté un airnb y compré los boletos de autobús. Alisté mi maleta y me fui a dormir, con la firme creencia de que iba a estar bien no importara lo que me pudiera pasar allá.
Preparé una playlist mamalona para ir escuchando durante el trayecto de ida, en donde las canciones de Miranda!, Lee Hi, Kendrick Lamar, BlackPink, Taylor Swift y Julieta Venegas estuvieron dándome ánimos, incluso cuando habíamos tomado el camión una hora después de lo planeado. Al llegar a la central, mi corazón tembló poquito de miedo. De repente una mareada de posibilidades, una más fantasiosa e imposible que la anterior, se abalanzó sobre mí, agobiándome.
Tomé aire y durante todo el trayecto de la central hasta donde estaba nuestro airnb estuve conteniendo la respiración. Temía que mi fortaleza se desvaneciera, temía que hubiera sido una muy mala idea y que sólo estaba intentando engañarme y que tenía intenciones ocultas. Si bien, hace aproximadamente dos semanas él me escribió y hace una semana yo le escribí, esa última vez terminamos peleando y bloqueándonos otra vez.
No había espacio para la esperanza en mí. ¿Esperanza de qué? ¿Por qué iba a malgastar mi tiempo en cosas que yo no puedo arreglar y que ahora, ya no tengo ni siquiera la intención de mover?
Pero ahí estaba yo, en botines de tacón, minifalda y mi suéter de gato, dispuesta a regresar sobre mis pasos para probarme a mí misma mi libertad. Que nada me iba a detener de lo que quiero hacer, que nadie me iba a espantar, que ningún hombre ni ninguna mujer ni ningún no binario ni nadie alv podía representar un estorbo para mí, porque alv soy la bruja más mala de todas y me la pelan bien recio.
Así que se me hizo fácil salir del depa y vagar por las calles. Fany estuvo guiándome durante nuestra travesía y visitamos lugares nuevos y regresamos a los antiguos. Pasamos por todo Insurgentes y llegamos a Bellas Artes y el Zócalo. En todo el momento estuve aferrándome a la correa de mi bolsa, porque mis miedos irracionales y nerviosismo son como mis ganas de autodestruirme: Aparecen cuando menos los necesito.
No sucedió nada.
La verdad es que en algún punto pensé que me iba a poner a llorar. Que iba a sentir el vacío en mis manos, en mi corazón, en algún lugar de mi cuerpo, en algún lugar de mí.
Pensé que iban a llegar los recuerdos como puñetazos en mi estómago, pensé que quizás terminaría llorando y teniendo que explicarle a Fany entre balbuceos que estaba bien. Pensé que terminaría ebria, en algún fondo de cualquier bar remotamente sospechoso del centro, vomitando en un baño. Pensé que terminaría llamándole, pensé que terminaría lanzándome al boulevard más próximo.
No pasó nada de eso. Ni siquiera perdí la claridad en mi vista. No tenía nerviosismo, no tenía náuseas ni sed de embriagarme. No tenía ganas de llamarle, no tenía ganas de que supiera algo de mí ni de que yo supiera algo de él.
No sentía nada.
Sin embargo, la angustia que empezó a brotar de mí mermó en mi expresión facial y ánimo. De repente estaba muy cansada y un poco preocupada. ¿Es malo no sentir nada? ¿Es muy bueno? ¿Significa que voy por buen camino? ¿O en su lugar, debería preferir el dolor, porque es lo único que ya conozco como la palma de mi mano?
El aire y el frío que viajaban con una violencia deliciosa en una terraza de la torre Latinoamericana me recordaron la fragilidad de las cosas, el ritmo de la humanidad y el tiempo para la sanación. Nada es lineal.
El siguiente día tuvo una mejor perspectiva. Ingrid pasó por mí al depa que rentamos muy temprano, porque iríamos a la Feria de Chapultepec.
La verdad es que le tengo mucho aprecio y un cariño indescriptible porque incluso cuando nos va mal, muy mal, ella siempre ha mostrado interés en mi bienestar y ha sabido amarme muy a su manera, incluso cuando yo no soy muy fácil de amar o de entender o de complacer, ya saben.
Entonces, a pesar de lo que pasó la última vez, estuvo muy dispuesta a verme y estar bien.
Viajamos en metro para encontrarnos a nuestro amigo en común, el siempre fabuloso Diego Farrell y luego de que nos encontramos, pudimos viajar EN COMBI -nunca me había subido a una, alv- a la feria de Chapultepec.
Estuvo muy padre, y no había tanta gente. Nos subimos a un juego que no recuerdo cómo se llama pero es una especie de estructura alta con vagones en forma de sillas que nos elevan. Hubo un momento en que sí me espanté por la altura y la velocidad y le dije a Diego, quién se sentó conmigo, "Las rupturas no se ven tan mal desde esta altura". Y pues sí, la neta alv pensé que me iba a salir volando.
También nos subimos a los carros chocones, al carrusel y a la casa embrujada -ALV, SÍ ME ESPANTARON-.
Ingrid había mencionado que para disfrutar bien la feria de Chapultepec tenía que quedarme todo el día y aunque al principio me pareció algo exagerado, una vez que vi los juegos y el paso para llegar a ellos, entendí lo que quería decir. Pero yo no tenía todo el día, así que con el pesar de mi corazón tuvimos que irnos temprano.
Vi a Monsebb, unos minutos más adelante, en el metro. Yo llegué toda cansada y distraída -más- llamándole por teléfono y luego Diego me tocó el hombro para indicarme que ahí estaba ella de pie, recargada leyendo un libro.
Ayñ <3
No sé cómo explicarlo. A pesar de los desacuerdos que hemos tenido y que probablemente tendremos, y a pesar de las circunstancias, sentí mi corazón darse un vuelco de la alegría. Y casi lloro de felicidad cuando la abracé.
Una de mis intenciones secretas de ir a la CDMX era hablar con ella de un tema que me tenía muy angustiada y que sentí que debía ser tratado de manera presencial, porque de verdad Monse es muy importante para mí.
Me acompañó, junto Ingrid y Diego, a mi airnb, puesto que ahí había dejado un detalle que le traje de Dolores Hidalgo. Subimos, se sentó en el sillón y platicamos un rato muy breve. Le expuse mis razones de por qué ya no era como antes y de que si bien, ya estoy mejor que antes, aún así sentía que por respeto a mí misma no debía exponerme a situaciones incómodas e innecesarias.
Me escuchó, se expresó y luego, al mirarla a los ojos y al notar su sinceridad, la veracidad de que realmente espera que yo esté mejor, que sabe que merezco estar mejor y que entiende mis necesidades y que está dispuesta a ayudarme como pueda, me devastó poquito.
Me dieron ganas de llorar ahí, en frente de ella y casi estuve a punto de hacerlo hasta que recordé algo.
Soy libre y puedo hacer lo que se me dé mi chingada gana.
Y mi chingada gana me dice que no debo dejar de lado mi amistad con ella, en absoluto y menos por alguien que ni siquiera ha estado en medio.
Los vatos y las relaciones románticas al final terminan valiendo madre, siono? pero las amistades son para siempre.
Así lo veo yo.
Así que, el hecho de haber viajado cinco horas con la intención de terminar también con ella se desvaneció alv ante el sólo hecho de ver la luz en sus ojos y oír la sinceridad en su voz, sentir el calor de su cuerpo y ahogarme en su risa, admirar su belleza desde lo lejos como una lesbiana depredadora -que no soy una lesbiana depredadora pero ojalá sí pero nel-, e hicieron que me diera cuenta de que no podía. No quería. No puedo, no quiero y si esto se acaba que sea porque ella me mande alv, no porque yo quiera, deba o tenga que arruinarlo.
No puedo. Me niego a dejarla ir, soRRY.
Más tarde ese mismo día, también visitamos la biblioteca Vasconselos, porque alguien como yo ama los libros aquí en León, en la CDMX, en China y en Canadá alv. Pueden quitarme la literatura pero la literatura nunca se irá de mí.
Es muy grande y tiene muchos libros y me puse muy nerviosa por la estructura tan frágil -NO SÉ DE ARQUITECTURA PERO ALV SÍ ME PREOCUPA QUE LES PASE ALGO A LOS LIBRITOS OIGAN-, y tomé unas fotos muy horribles porque la luz no ayuda y además soy muy mala fotógrafa. Fuimos a la plaza de junto a comer pizza porque también viajé cinco horas, para además de ver los mismos libros que puedo ver en mi Leoncito, también comer la misma pizza que puedo comer en mi Leoncito bello y violento.
Dianita nos alcanzó ahí y estuvimos paseando un ratito en las tiendas de esa plaza. Luego salimos directo al metrobús -ORUGAS ROJAS- para partir cada quién a su casa. Nos quedamos igual como afuera una hora escuchando a Dianita contarnos sus penas amorosas -que yo ya sabía pero me súper maman porque parece trama de Kdrama alv-, y luego nos despedimos. Abracé muy fuerte a Ingrid y más adelante, también abracé muy fuerte a Diego.
Dianita vino a mi airnb para su iniciación con los fourlokitos, ya que se había estado guardando para mí. Tomamos un metrobús/oruga roja que no era y tuvimos que regresar alv jajajaja.
Una vez, los abrimos, y platicamos de muchas cosas. De nuestros corazones rotos </3 (guuuurl, tanto a Diego, como a Dianita y a mí nos rompieron el corazón bien culero, POR QUÉ SON ASÍ PERROS CULEROS), de fantasmas, y nos pusimos borrachitas. Posteriormente llegaron Aarón y Fany con vodkita y papitas, pero yo decidí que no quería ponerme mal porque al día siguiente temprano tendría que regresar a León para una comida por el cumple de mi apá, así que no podía darme el lujo de irme con resaca cinco horas.
Aún así, siento que el fourlokito, mi tristeza ya palpable y el humo de la marihuana de Aarón hicieron un caos dentro de mí. A eso de las dos de la madrugada yo ya estaba out, así que me puse mi pijama y Dianita y yo nos fuimos a dormir.
En la noche y acostadas, ya un poco ebrias, ella se dió vuelta hacia mí y me abrazó. Dijo que le daba mucho gusto tenerme ahí -o algo así, la neta ya no recuerdo bien porque ya andaba medio perdida ggg- y yo le dije que también me sentía muy feliz.
En la oscuridad, mareada y con mi camisón de búhos de abuelita, me sentí muy feliz. A pesar de todo, me sentía muy feliz de tener la atención de estas personas, de tener su amistad, su apoyo. De que a pesar de todo siguen conmigo, que creen que soy especial y que tengo algo interesante que decir. Me sentí otra vez en casa.
Yo no había perdido mi hogar, porque incluso cuando pasé semanas llorando pensando que luego de mi ruptura con él no habría manera de que pudiera volver a sentirme menos sola y menos angustiada, de que ya no tenía adónde llegar, que no tendría una mano que me acariciara por debajo de la mesa recordándome que estoy viva y que estoy viva, cuando estuve ahí, en la cama, escuchando a Dianita respirar en la noche, escuchando a Fany y a Aarón reírse, recordar lo que que me dijo Monse, las risas que compartí con Ingrid y Diego, me di cuenta de que sigo viva.
Que estoy viva y me siento feliz y me siento acompañada. No estoy sola, porque ellos están ahí para mí, para que yo los quiera y que ellos me quieran y eso me quita la angustia.
Me paré como tres veces en toda la madrugada para vomitar porque lo bueno de estar viva es que también se me cruzan las sustancias y me da cruda alv.
Luego a eso de las 9 de la mañana QUE TIEMBLA ALV, NO MAAAAA, FUE UNA DE LAS EXPERIENCIAS MÁS EXTRAÑAS DE MI VIDA porque en el depa todo temblaba de manera violenta y perceptible pero cuando bajamos, todos asustados como gatos mojados, nos dimos cuenta que los demás afuera hacían como si nada. No hubo alerta sísmica, ni tampoco artículos ni noticias en el internet. Fue como si nadie más lo sintiera más que nosotros y una señora del segundo piso. Rarísimo en verdad.
Hay tanto que no alcancé a hacer y es que fui un tiempo súper breve. Quería ir más tiempo pero después pensé que jugarle al vergas sería muy peligroso. Luego de esto y que no me morí de tristeza ni intenté matarme o algo alv, puedo regresar y pasar más tiempo. Una semana sería lo ideal. Pronto.
Regresé a una ciudad y como los síntomas de mi gastritis nerviosa, el miedo de encontrarme a Diego Ernesto y a Karli -PORQUE VAYAN A SABER USTEDES POR QUÉ TENDRÍA QUE ENCONTRÁRMELOS EN UNA CIUDAD TAN CAÓTICA Y APERRADA COMO LA CDMX- estuvo presente.
Y como mi gastritis, me aguanté como las valientes.
No hay enfermedad ni nadie ni nada que me detenga de hacer mis chingaderas. He dicho.
Regresé porque había dejado mi corazón ahí la última vez que fui y tenía la intención de arrebatárselo a quién tuviera que arrebatárselo, a regañadientes o a voluntad completa, a patadas y con un cortés "gracias".
Me di cuenta de que el corazón que quería recuperar es un fantasma ya, porque no sólo era mío, sino de él también.
Como fantasma, se queda atrapado en un tiempo, en un espacio físico, pero sin poder sobre mí porque soy una bruja mala que no le teme a nada.
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