sábado, 7 de abril de 2018

Diego Ernesto y los secretos de la CDMX. Parte 4.

Tras de mí y con los brazos en mi cintura, acercó su rostro hasta mi cuello y en un susurro reclamó mi atención:
"Oye... te amo".




No creo en el amor de la vida, ni en el hilo rojo del destino. No creo en el destino y tampoco creo en las coincidencias. No creo que las personas estemos hechas para estar con otras, no creo en la media naranja y no creo en esa porquería rosita que tanto nos han intentando hacer creer. La verdad es que no y puede deberse a diversos factores: Podrán alegar a mi traumático primer rompimiento -todos son traumáticos, ¿no?-, podrán alegar a mi "falta de romanticismo", podrán alegar a mi ansiedad social y podrán alegar a que soy feminazi chaira y quiero romper la construcción del amor romántico como se conoce.

Pues, sí a todo.

Pero la primera razón por la que no creo es porque no me ha pasado. ¿Y creo sólo en cosas que me han pasado? Obvio no. Pero con estas situaciones me siento con el derecho de reservarme. Las personas somos universos complejos y nadie está a la disposición de alguien más y nadie tiene la obligación de llenar mis vacíos.


La verdad es que no sé cómo pasó todo esto.


De inicio, el nacimiento de esta historia es bastante extraña, por lo que nunca me ha gustado entrar en detalles con absolutamente nadie. "Creerán que estoy loca" pienso, "no sé cómo explicarlo para que tenga sentido". Me mordía los labios hasta el punto de hacerlos sangrar de la angustia que sentía cada vez que alguien me pedía explicaciones o me preguntaba de manera directa qué me estaba pasando. 
No sabía qué decir ni cómo hacerles entender a los demás lo que estaba viviendo, porque ni siquiera yo misma estaba segura de lo que él me estaba haciendo.

Platicábamos y eso era todo, o eso quería pensar. "Me está dejando entrar muy hondo, y él también está pasando muy adentro de mí. ¿Se estaba dando cuenta? ¿Lo estaba haciendo a propósito? ¿YO ME ESTOY DANDO CUENTA?"
Pero al final de cuentas, ¿qué tanto daño puede hacerme alguien a kilómetros de distancia, no?


Fue mucho el daño, fue como un golpe en el estómago que terminó por despertarme. Esto no era normal, no estaba bien.
Las preguntas, las madrugadas. Las peleas, las lágrimas. El primer "te amo", la paciencia y la compañía. Abrió su corazón y me lo dió en las manos y me observaba. Me observaba mucho aunque yo no me diera cuenta.
PERO CÓMO ES POSIBLE me gritaba a mí misma, llena de frustración, CÓMO ES POSIBLE QUE PUEDA PASAR ESTO ESTANDO ÉL A CINCO HORAS DE DISTANCIA. CÓMO, SI NUNCA HABÍA TOCADO MI PIEL, PODÍA SENTIR FRÍO SIN ÉL, CÓMO, SI NUNCA ME HABÍA ABRAZADO, TENÍA MIEDO POR LAS NOCHES, CÓMO, SI NUNCA ME HABÍA BESADO, PODÍA DECIRME LO MUCHO QUE SIGNIFICO PARA ÉL.

Y pasaba días enteros dándole vuelta a las cosas. Estaba aterrada, confundida, y muy intrigada. Nunca me había pasado esto con absolutamente nadie.

Me había enamorado en el pasado y había amado, pero nada de esto se comparaba. Me había sentido atraída físicamente por personas en mi pasado pero no se comparaba a nada de esto. Me habían amado en el pasado pero no se comparaba a como él me ama.

Estaba muy angustiada porque no podía explicarlo. No podía poner en palabras por qué pasaba tantas noches desvelándome, por qué el que mi celular vibrara me hacía saltar directo a su dirección, por qué mis arranques de ira se volvían muy violentos y bruscos, por qué lloraba con la almohada sobre la cara. No podía explicar por qué las canciones románticas en mi muro, por qué los libros de autoayuda e inteligencia emocional en mi estantería, no podía explicar la soledad, por qué no estaba interesada en nadie que mis amigos me quisieran presentar, por qué no quería salir con aquél chico del restaurant, por qué no quería ver a nadie más.
No sabía cómo explicar la desesperación y la angustia. La frustración y la curiosidad. Y el amor.

Él dice que no me ama con amor de pareja y llegué a punto en el que me sentía ofendida por eso. Me he tardado varios meses, sino es que años, en entender eso. 
El amor de pareja no es esto. Esto es algo más. Pensé una noche, luego de una discusión que tuvimos, "Si esto fuera amor de pareja, ya lo habría superado, desde la primera vez que lo mandé alv ahí se hubiera quedado... y no fue así".

No ha sido así.

Las peleas, el llanto, las ganas y la paciencia, siempre ahí presente. No es normal. No es común.

El amor es un extremo de algo, un opuesto a algo y yo lo amo a él con amor y con odio, con tristeza y felicidad, con compañía y soledad, con desesperación y paciencia, con luz y con mi oscuridad. Con cicatrices, con los pedazos de lo que soy y con el completo ser que soy. Y sé que él siente lo mismo.

Hay cosas que ciertamente no van. No tenemos muchos temas en común, la verdad sea dicha y cuando he tenido la oportunidad de conocer personas "más afines" a mí, no siento ningún interés ni nada. Al contrario, hasta me repele.

Suelo sentirme sola incluso cuando estoy con mi propia familia y mis propios amigos, a veces hasta estando conmigo misma y con él no. Con él me siento acompañada, y es más fácil para mí sobrellevar las cosas, aunque ni siquiera estemos compartiendo el mismo espacio o nos estemos llamando.

Es extraño.

Por lo que cuando lo vi acercarse, sentí su mera presencia, no tuve más remedio que saltar a sus brazos como UN CONEJO DIRECTO A LA BOCA DEL LOBO digo.
Fue extrañísimo. 
Sé que soy impulsiva y chalalá pero físicamente nunca se me ha dado el gusto de ser tocada, pero en ese momento en que lo sentí cerca de mí fue como si mi cuerpo se despertara. Y cuando lo sentí entre mis brazos sentí como si hubiera sacado la cabeza al aire luego de haberla tenido durante un tiempo bajo el agua.
Podía respirar y estaba viva y sentía. Estaba viva y estaba feliz de estar viva.


Sentir su mano en la mía, sus dedos acariciando mis piernas, sus labios en mi rostro y el calor hizo que me diera cuenta de algo: Que el frío que siento, que he sentido desde que tengo memoria, viene de adentro. No es contextual, es mío. Por eso me caga tanto la época del invierno, y me encanta la primavera, porque siempre he tenido frío.
Pero con él no tenía frío.

Regresaba a casa de Aarón cada noche como embelesada por la sensación del calor y la calma y me quedaba mirando las partes de mí que había acariciado cuando me estaba bañando y pensaba: QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ, OMG.

¿Cómo puedo poner en palabras eso que siento? Es inefable. Es fantástico. Es algo divino. Es un regalo, es una experiencia sobrenatural para la que no estaba preparada.

Creo que lo más extraño de todo este asunto es que nunca sentí nervios ni incomodidad, ¿saben? como esa fase que la mayoría de las parejas -supongo- atraviesa cuando apenas se están acomodando. Las primeras veces de tocarse se sienten los nervios y las risitas y la incomodidad por la premura de la nueva invasión.
Yo no me sentí invadida, conquistada ni acorralada. Yo hasta lo deseaba, más y más y más y más y omG MARIANA TIENES QUE CALMARTE UN CHINGO.

Nada me preparó para esto, por eso me he sentido y me sigo sintiendo así de desconcertada. Ninguna de las canciones románticas en mis playlist hablan de esto, ni ninguno de los libros románticos que he leído relatan lo mismo. Ninguna de las películas ni ninguna de las series. No hay nada en la cultura que refleje lo que estoy viviendo, lo que me está pasando y lo que estoy haciendo con Diego Ernesto.
No hay.

Nos mirábamos a los ojos por largos momentos y yo pensaba: "No sé qué está pasando... pero acepto contigo". Veía su rostro, una curiosa mezcla entre encanto y tristeza, como si estuviese viendo lo más bonito a punto de desvanecerse.

Recuerdo -quizás él no, pero yo sí- que una vez me dijo, al poco tiempo de conocernos, que yo era como su droga. 
Me sentí súper mal en el momento pero no le dije nada. No sabía qué le iba a decir porque ni siquiera sabía por qué me sentía mal. Hasta me recordó a una frase de Crepúsculo y ¿no es ese el sueño de toda chica que cree en el amor? ¿Que le reciten frases de libros "románticos"?
Al cabo de un tiempo entendí por qué me había sentido tan mal con esa frase.

Yo no quiero ser la droga de Diego Ernesto.

Yo quiero ser su hogar.

Yo soy su hogar, y soy su calma. Soy su mejor amiga y su amante y su novia y su esposa y su enemiga y su compañera, soy su fan y soy su crítica. Soy su vida y soy su destrucción. Soy quién lo despierta en las mañanas y soy quién lo arrulla por las noches. Soy esa canción que no conoce pero que le gusta y soy la ira que le enerva la sangre en sus venas. Soy su llanto y soy su risa. Soy el libro en su estante y soy el plan A de sus videojuegos. 
Soy lo que lo vuelve loco e irracional y soy su paz y su claridad.

Lo sé, porque me pasa igual.



Nunca mis palabras han significado tanto como ahora que las digo, pero en verdad me siento muy feliz de haberlo conocido, porque pienso que a pesar de las peleas, las malas interpretaciones, el llanto y mis problemas, los "te amo" y las desveladas, sus problemas y mi impaciencia, su intolerancia y nuestras soledades, los pedazos de mi corazón y sus batallas internas, a pesar de todo lo bueno y todo lo malo, nuestras separaciones y las cartas, nuestras llamadas y sus palabras, mis abrazos y sus besos,  a pesar de la distancia y de que estoy segura que acabo de hacerles ver lo demente que estoy, a pesar de eso sé que vamos a estar bien.

Porque nos vamos a estrellar, yo lo sé, pero déjenme asegurarles algo, asegurarte algo, Diego Ernesto:

Estoy dispuesta a dejarme romper completamente mientras tenga la oportunidad de tener tu mano en la mía durante la reconstrucción.



"Oye... te amo"
Yo me reí entre dientes y aseguré.
"Lo sé"


Lo amo un chingo y ya, fin.

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