sábado, 21 de abril de 2018

El regalo que no llega

Se fue tan de repente que no tuve tiempo de reaccionar. Cuando me dieron la noticia, no pude llorar, ni hablar ni tener una emoción concreta y natural. Me quedé en blanco, como si un gran borrador me hubiera quitado cualquier expresión de la cara.

Mi mamá casi tuvo que abofetearme para que reaccionara. Ellos lloraron, yo no podía ni parpadear. No sé cómo salí de mi casa, no sé cómo soporté todo el camino hasta su casa. No sé cómo es que pasé esa noche... o la siguiente y la siguiente. No sé cómo es que he estado pasando estos tres años.

Fui a su funeral, pero no me acerqué al ataúd. Me quedé sentada en el borde de un sillón, dándole la espalda a todos, contando cada pétalo marchito de cada corona que llevaban. Caminaba mucho. Andaba por los pasillos mirando hacia el suelo, sonreía cuando alguien me hablaba y abrazaba a las personas que se presentaban conmigo de manera mecánica. Me sentaba en el suelo, afuera de la funeraria, con mis primos. Los escuchaba decir cosas y me reía.

No usé lentes oscuros porque no lloré. 


El lunes siguiente regresé a la escuela y bajo el escrutinio de mis compañeros y maestros, no me derrumbé. La gente lo mencionaba y yo hacía como si nada. No sentía nada. Absolutamente nada. Apenas entendía lo que decían. 

Pasaron alrededor de dos o tres semanas cuando fui a un bar con mis amigos y me emborraché. No entendía lo mal que estaba hasta que me llevé mi cry-on al baño con mi bolsa y saqué todos mis analgésicos que había encontrado en el cajón de la medicina de mi casa y sin pensarlo ni cuestionarlo, me los tomé todos con el vodka.
Salí tambaleando del baño, llegué con mis amigos y antes de que pudieran ellos decirme algo, vomité por todo el pasillo.
Mi amigo Diego tuvo que sacarme cargando del bar. Yazmín estuvo toda la noche cuidando de que no me fuera ahogar con mi propio vómito.
Y a la mañana siguiente, respingué porque no me acordaba de gran cosa, sólo sabía que había sentido mucha desesperación, mucho vacío y había querido acabar con él.
Pero el vacío está dentro de mí, entonces yo soy el vacío, por consiguiente, tengo que acabar conmigo misma.


No le conté a nadie, nadie se dio cuenta.


Luego me reconcilié con mi bb, y una "amiga" me explicó la situación que había tenido con este maestro que por aquél entonces me medio gustaba. 
Regresé a la escuela y estaba bien.
Había sol en el cielo, y hacía un aire fresco. Mis amigos seguían llamándome, mis padres seguían trabajando, mi familia seguía existiendo. Este blog seguía escribiéndose. El tiempo pasaba, la vida pasaba.

¿Por qué yo no seguía?


Cuando salía a la calle, me lo encontraba en cada rostro que veía pasar. Soñaba con él, soñaba que me decía que todo estaba bien, que él siempre iba a estar conmigo, que no me iba a dejar sola.
Escuchaba su voz en mis canciones tristes, leía sus palabras en mis libros. 

Pero tenía mucho miedo, sentía mucho terror porque no estaba segura de qué me estaba pasando. Esto no era un luto. El luto te duele y te hace llorar, te hacer perder el apetito o comer demasiado. Yo no tengo eso.

Yo no siento nada.

Pero tengo que sentir algo.


Me emborracho, de maneras peligrosas. Me involucro con personas que sé que no me llevarán a nada bueno. Cruzo los boulevares y las calles sin ver el semáforo. Paso días sin comer y luego paso días atascándome de comida. 
Me desvelo, camino trayectos peligrosos en zapatos altos, me pierdo en las noches.  Busco la más mínima provocación para explotar con alguien, terminé una carrera que no era mi sueño, conseguí un trabajo igual de horrible. 
Me masturbo con más frecuencia de la necesaria, quemo mi piel con el agua más caliente que soy capaz de soportar. Tomo analgésicos porque sí, porque cierto tipo de analgésico inhibe una parte de mi hipotálamo que procesa el dolor. Escucho música a todo volumen y he dejado de escribir...


Me levanto cada mañana y veo que mis ojeras son más evidentes y que mis ojos ya no brillan tanto. Me dicen mis compañeros y amigos, cada vez que me ven, que me veo más "delgada", más "triste".

Pero puedo sonreír, ¿Saben? Y puedo reír y puedo abrazar y puedo besar y puedo sentir calor en mi interior.
Pero mi corazón, mi corazón me duele con cada latido. Como si de verdad estuviera roto y cada vez que late me raspa un poco por dentro. 


No le digo nada a nadie.

Han pasado tres años ya. ¿Qué puedo decir?

Apunto con el dedo a los demás. Mi bb hizo algo que me lastimó. A Karli no le importo. Mi trabajo es culero y lo detesto. Mis papás no quieren dejarme vivir como quiero vivir. Me preocupa mucho mi hermana. Me preocupa mucho que los issues de Yazmin le arruinen sus oportunidades. Tengo miedo de que lastimen a mis amigas cada que salen a la calle. Tengo miedo de que mis amigos resulten ser unos culeros. El país es un caos. El mundo es un caos.

Y lloro, y me río y lloro y asusto a mi roomie con mis violentos cambios de humor y luego me emborracho.

Duermo, pero no puedo descansar. Sueño mucho, mucho más de lo que es normal o saludable. Me despierto cansada. Estoy harta. ¿Cuándo se va a acabar? ¿Cuánto tiempo tengo que cargar esto?

Quiero reírme sin sentir que no me voy a terminar ahogando apenas tome un respiro.


Necesito ir con alguien profesional, necesito ayuda. Pero no encuentro ayuda. Tengo miedo de no encontrarla, así que no la busco.

Sigo culpando a los demás.

"No estoy bien" digo, "pero algún día lo voy a estar, pronto, quizás". Hablo en retórica, y hablo al revés. Quiénes son astutos y me conocen, me saben interpretar, y quiénes no o les parece más cómodo el engaño sonríen. Eso sí: Todos me abrazan y me piden que me calme. "Te ves asustada"

Estoy asustada.

Porque creo que con él una parte de mí se murió y sólo hay vacío. ¿Qué tal que ese vacío me llega a consumir si lo dejo extenderse, si lo dejo apropiarse de mí, si me permito sentir...?



Pero estoy bien.

Estoy viva y funcional y siento y pienso y todo eso que nos caracteriza como humanos, creo.

Tomo la mano de mi bb y siento calidez, y siento calma. Abrazo a mis amigas y me siento protegida y me siento escuchada. Platico con mis papás y me siento normal, me siento afortunada. 

pero algo no está. Algo falta. 




Desde que se fue, me caga mi cumpleaños porque siempre termino tragándome mis palabras a la hora de que me preguntan: ¿Qué quieres de cumpleaños?


Sólo quiero una cosa.



Sólo quiero verlo otra vez.


Pero no va a pasar, no en esta vida, ya no.




Me cagan mis cumpleaños, el regalo que en verdad anhelo nunca llega.


Resultado de imagen para sense8 quotes riley

No hay comentarios:

Publicar un comentario